domingo, 6 de mayo de 2007

La carroza


Un buen amigo mío, analista excepcional, reconocido por su compromiso y amor a la camiseta, muy preocupado, me comentó que el proyecto al que había sido asignado simplemente no marchaba; el tiempo de entrega había quedado atrás y las largas noches de desvelo, ya eran parte de la rutina cotidiana.

Él se lamentaba de la actitud y rendimiento de sus compañeros sobre los que, poco a poco, había asumido un liderazgo tácito ante la notoria falta de pericia de los responsables formales. Y no solo eso, lo que en un principio solo eran apoyos eventuales a sus compañeros, se había convertido en cosa de todos los días, ¡Estaba asumiendo tareas que no le correspondían!

¿Qué está pasando? Mi amigo es realmente competente en su materia, innovador, acostumbrado a trabajar bajo presión, con resultados excepcionales y sus co equiperos, si bien no con tan altas calificaciones, eran personas de empuje en las que se podía uno apoyar. Mi propio amigo, se había manifestado sorprendido por el buen rendimiento de algunos de ellos al inicio del proyecto. ¿Cuál era entonces el problema?

Vino a mi mente la imagen de una carroza al mando de un conductor inexperto, con un excelente tiro de caballos donde, además, uno de ellos tiene un rendimiento excepcional.

Ante la ausencia de un liderazgo efectivo, alguien lo asume, pero por muy bueno que sea el equipo de trabajo, los resultados no se van ha dar. Mi amigo, basado en el respeto de sus compañeros por su competencia técnica, había asumido en los hechos el liderazgo del proyecto pero… ¡Había pretendido que todos caminaran a su ritmo! Cuando esto no sucede nunca.

Un buen líder debe reconocer las competencias y las debilidades; pero no solo las propias, si no también aquellas de quienes le rodean; Un buen líder debe saber atemperar su ímpetu para conducir a todos a su destino, no solo a los que puedan mantenerle el paso. Me dije; aún costará mucho trabajo para que la carroza de mi amigo llegue a su destino.

También es un hecho reconocido que una persona perdida, sin puntos de referencia, normalmente termina caminando en círculos y no llega a ninguna parte.

Y la respuesta es que todos, todos, tenemos una pierna un poco más larga que la otra como ocurre con las “piernas” de los equipos de trabajo, con nuestros hijos…

Debemos entender que la competencia técnica no basta para hacer de una persona un buen líder; que no basta con exigir rendimiento; que no basta con sudar y ayudar a los demás a levantar las cargas que les corresponden; por que, a la larga, jamás podrá el “líder” con semejante carga.

Debemos entender, que cuando de personas se trata, se requiere formar y conducir… antes que arrear ó jalar.

Enrique Chávez Maranto

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