“Todo lo que se come sin necesidad se roba al estómago de los pobres”
Mahatma Gandhi, (1869-1948)
“Cuantas menos necesidades sintáis, más libres seréis”
Cesare Cantú, poeta italiano (1807-1895)
“La felicidad es la administración inteligente de los deseos”
Guillermo Chávez García, estudiante (1986- )
Una necesidad es aquello a lo que no podemos sustraernos porque estaríamos en peligro; una necesidad no satisfecha –agua, alimento, etcétera- significa la muerte; en tanto, un deseo es solo algo que nos apetece y de lo cual siempre podemos prescindir.
Para la supervivencia, entonces, es imperativo satisfacer las necesidades. No obstante ese imperativo siempre podrá resolverse con los recursos que la naturaleza nos provee.
Por el contrario, para satisfacer los deseos provocados por la cultura de las sociedades tecnológicamente desarrolladas y las oligarquías, es necesario transformar los recursos naturales para producir los bienes de consumo que apetecen.
Así, en tanto que el agua y los alimentos que necesito para vivir los puedo encontrar en la naturaleza; satisfacer el deseo de beber y alimentarme en el mejor restaurante requiere consumir grandes cantidades de energía para la transformar recursos naturales en los productos y servicios que deseo. En tanto que para transportarme a mi lugar de trabajo no requeriría mas allá de una bicicleta –sugerencia de mi hijo, que además sería bueno para mi salud- la realidad es que lo hago en una preciosura de automóvil, que por cierto deseaba desde hace mucho tiempo…
Muchos dirán que para eso trabajamos y tendrían razón; sin embargo el problema es, que para la complacencia de unos –que somos los menos- los costos son mayúsculos en materia ambiental amén de que propiciamos las condiciones para el desarrollo de los flagelos que hoy son algo cotidiano en nuestra sociedad.
Alguien dirá que tanto es “tantito” lo que a titulo personal puedo contribuir a la solución o a agravar la situación; yo diría que tanto es un grano de arena y sin embargo existen playas…
Un primer paso sería hacer conciencia para distinguir entre las reales necesidades y los deseos; esto ayudaría en mucho a resolver los problemas que ahora nos aquejan; también es necesario comprender que si los países desarrollados ejercen control económico, político y militar sobre el tercer mundo, es solo para asegurarse el suministro de la energía y las materias primas que requieren los procesos de producción de los bienes de consumo, que hechos a la medida de nuestros egos y deseos de complacencia, encontramos, vía la globalización, a la vuelta de la esquina.
Un segundo paso, seguramente el más difícil, se daría en el momento del impulso de la compra. Tendríamos que plantearnos la siguiente pregunta ¿Realmente lo necesito? para transitar de una sociedad de consumo depredadora, que solo contribuye a la concentración de la riqueza y a la inequidad, a otra en equilibrio con su entorno.
La concentración en unas cuantas manos del poder económico y político en oposición a multitudes sumidas en la pobreza y la marginación es la causa de raíz de los conflictos que se observan en el mundo.
No quiero decir con esto que acumular riqueza y disfrutar de ella sea incorrecto ¡en absoluto! Es totalmente válido en tanto que la riqueza generada no se realice con base en la explotación de nuestros trabajadores y proveedores o la estafa a nuestros clientes; es totalmente válido, en tanto nuestros procesos de producción de bienes y servicios no impacten al medio ambiente; es totalmente válido, en tanto contribuyamos de manera efectiva al desarrollo armónico de nuestras comunidades.
Hoy es imperativo satisfacer la necesidad de transformar nuestra conducta. No es más el deseo romántico del desarrollo sustentable, del bien común y la equidad; Es una imperiosa necesidad que debe ser satisfecha pues nuestra supervivencia o la de las futuras generaciones, nuestros hijos, está en juego.
Y el asunto no es materia de leyes, es cuestión de conciencia, es cuestión de visión de estado en la construcción de consensos sobre lo que deseamos como futuro de nuestro País y el mundo; es cuestión de ampliar nuestras perspectivas más allá de lo cotidiano para observar lo que está ocurriendo en nuestro planeta y actuar en consecuencia.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Mahatma Gandhi, (1869-1948)
“Cuantas menos necesidades sintáis, más libres seréis”
Cesare Cantú, poeta italiano (1807-1895)
“La felicidad es la administración inteligente de los deseos”
Guillermo Chávez García, estudiante (1986- )
Una necesidad es aquello a lo que no podemos sustraernos porque estaríamos en peligro; una necesidad no satisfecha –agua, alimento, etcétera- significa la muerte; en tanto, un deseo es solo algo que nos apetece y de lo cual siempre podemos prescindir.
Para la supervivencia, entonces, es imperativo satisfacer las necesidades. No obstante ese imperativo siempre podrá resolverse con los recursos que la naturaleza nos provee.
Por el contrario, para satisfacer los deseos provocados por la cultura de las sociedades tecnológicamente desarrolladas y las oligarquías, es necesario transformar los recursos naturales para producir los bienes de consumo que apetecen.
Así, en tanto que el agua y los alimentos que necesito para vivir los puedo encontrar en la naturaleza; satisfacer el deseo de beber y alimentarme en el mejor restaurante requiere consumir grandes cantidades de energía para la transformar recursos naturales en los productos y servicios que deseo. En tanto que para transportarme a mi lugar de trabajo no requeriría mas allá de una bicicleta –sugerencia de mi hijo, que además sería bueno para mi salud- la realidad es que lo hago en una preciosura de automóvil, que por cierto deseaba desde hace mucho tiempo…
Muchos dirán que para eso trabajamos y tendrían razón; sin embargo el problema es, que para la complacencia de unos –que somos los menos- los costos son mayúsculos en materia ambiental amén de que propiciamos las condiciones para el desarrollo de los flagelos que hoy son algo cotidiano en nuestra sociedad.
Alguien dirá que tanto es “tantito” lo que a titulo personal puedo contribuir a la solución o a agravar la situación; yo diría que tanto es un grano de arena y sin embargo existen playas…
Un primer paso sería hacer conciencia para distinguir entre las reales necesidades y los deseos; esto ayudaría en mucho a resolver los problemas que ahora nos aquejan; también es necesario comprender que si los países desarrollados ejercen control económico, político y militar sobre el tercer mundo, es solo para asegurarse el suministro de la energía y las materias primas que requieren los procesos de producción de los bienes de consumo, que hechos a la medida de nuestros egos y deseos de complacencia, encontramos, vía la globalización, a la vuelta de la esquina.
Un segundo paso, seguramente el más difícil, se daría en el momento del impulso de la compra. Tendríamos que plantearnos la siguiente pregunta ¿Realmente lo necesito? para transitar de una sociedad de consumo depredadora, que solo contribuye a la concentración de la riqueza y a la inequidad, a otra en equilibrio con su entorno.
La concentración en unas cuantas manos del poder económico y político en oposición a multitudes sumidas en la pobreza y la marginación es la causa de raíz de los conflictos que se observan en el mundo.
No quiero decir con esto que acumular riqueza y disfrutar de ella sea incorrecto ¡en absoluto! Es totalmente válido en tanto que la riqueza generada no se realice con base en la explotación de nuestros trabajadores y proveedores o la estafa a nuestros clientes; es totalmente válido, en tanto nuestros procesos de producción de bienes y servicios no impacten al medio ambiente; es totalmente válido, en tanto contribuyamos de manera efectiva al desarrollo armónico de nuestras comunidades.
Hoy es imperativo satisfacer la necesidad de transformar nuestra conducta. No es más el deseo romántico del desarrollo sustentable, del bien común y la equidad; Es una imperiosa necesidad que debe ser satisfecha pues nuestra supervivencia o la de las futuras generaciones, nuestros hijos, está en juego.
Y el asunto no es materia de leyes, es cuestión de conciencia, es cuestión de visión de estado en la construcción de consensos sobre lo que deseamos como futuro de nuestro País y el mundo; es cuestión de ampliar nuestras perspectivas más allá de lo cotidiano para observar lo que está ocurriendo en nuestro planeta y actuar en consecuencia.
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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