sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Por qué nos los quitan?

El tema de hoy comienza cuando Lisa Simpson, hija de Homero, en vísperas del bicentenario de su ciudad, recibió el encargo de presentar un trabajo sobre la vida de su heroico fundador: Jebediah Sprinfield. Aplicada a la tarea, Lisa descubre un terrible secreto celosamente guardado: el verdadero nombre de Jebediah había sido Hans Sprungfeld que de héroe ¡no tenía nada! Había sido un pirata malvado.

Decidida la jovencita Simpson a revelar la verdad el día del desfile del bicentenario, justo antes de hacerlo se da cuenta de lo mucho que significa la memoria de “Jebediah” para el pueblo y enfrenta la disyuntiva de desenmascararlo y destruir la identidad de la comunidad, o preservar el secreto. Lisa optó por lo segundo.

Viene a colación lo anterior por el comentario que un queridísimo lector, Don Lauro, hizo muy sentidamente un minuto antes de la celebración del Grito de Independencia… “Crecí con el Pípila, ¿Por qué nos lo quitan ahora?”

Me pregunté, ¿Será qué un personaje de caricatura, Lisa Simpson, tiene una mayor visión de lo que significa la identidad y el sentido de pertenencia de un pueblo? Pensé en ese momento como respuesta un “Tal vez…” que más tarde se convirtió en un rotundo “Sí” cuando leí el siguiente comentario a propósito del artículo “Por mi Raza Hablará el Espíritu

“… me dejo pensando ¿Es que a las nuevas generaciones nos hace falta ese sentido de pertenencia? Creo que sí, y me incluyo, ya que a pesar de amar a México y sentirme orgullosamente mexicana. Reconozco que tanto yo, como la mayoría de las personas que conozco de mi edad y las más jóvenes, desconocemos ese sentimiento de pertenencia a un grupo, no solo universitario sino social.

Acudimos a la universidad para hacer una carrera… pero no participamos activamente en movimientos sociales. Nunca nos reunimos a discutir sobre lo que nos gustaba o no de la situación, política, social, económica o cultural. No diré que no tocábamos los temas, ¡Claro que sí! Pero, al parecer en esos momentos, eran más importantes otras cosas: la próxima reunión, la fiesta, el viaje, la novia, etcétera.

Sé que ustedes también lo hacían. Pero al sentir que pertenecían a la UNIVERSIDAD, también lucharon por mantenerla, mejorarla y cambiar lo incorrecto tanto en ella como en el país. Hay que reconocer que gracias a sus generaciones, hoy también tenemos muchas libertades. Los cambios que lograron sabemos que están ahí, pero no los apreciamos.

Finalmente recuerdo que en la universidad tuve maestros ya mayores (viejitos) egresados de la UNAM. Excelentes profesores y profesionistas, pero en ese entonces NO VALORAMOS su experiencia, sus ganas de enseñar y transmitir. Terminada la Universidad me di cuenta y me hubiera gustado agradecerles por su tiempo y su paciencia. ¡GRACIAS, MUCHAS GRACIAS!”
Karina Solís Chávez, Arquitecta

Pero no concluye ahí el tema, poco después recibí otro correo, ahora de Argentina, que dice así:

“…Creo que gracias al mensaje y a las enseñanzas del «Maestro de América» muchos han sabido valorar la importancia de vivir en pluralidad y han sabido hacer de México un país que merece ser vivido y que merece la lucha cotidiana por hacerlo cada vez más grande.

Justo Sierra le dio a los mexicanos y a Latinoamérica el ejemplo de lucha contra la dictadura ilustrada. Una de sus frases deja en claro su pensamiento: «México es un pueblo con hambre y sed. El hambre y la sed que tiene, no es de pan; México tiene hambre y sed de justicia»

Cada uno de los habitantes de mi México lindo y querido deben honrarlo y seguir con el camino que empezó, tengan o no pertenencia a la UNAM, porque la pertenencia más grande que tienen es hacia su país y como ejemplos de este grande de Campeche, tienen a montones.

Gente que ha dado todo por hacer de su México un país justo y de cara al futuro. Es tarea de cada uno de ustedes hacer que el camino siga su rumbo.”
Daniel Enrique Ferrero. General Rodríguez. Provincia de Buenos Aires Argentina.

Poco puedo agregar a lo antes expuesto, salvo una breve síntesis: El pueblo de México tiene que recuperar su identidad y el sentido de pertenencia señalado por Karina. Que no se deben extirpar sus fundamentos, como bien comprendió “Lisa Simpson”. Que el justificado y sentido reclamo de Don Lauro es de muchos y finalmente, que tenemos mucho que honrar como lo dice nuestro amigo argentino Daniel Enrique, quien conoce bien nuestra historia. ¡Más que muchos de nosotros!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

sábado, 18 de septiembre de 2010

POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU

Dicen que la curiosidad mató al gato.

En mi caso, no por ser gato pero si «perro» en época de las novatadas universitarias, la curiosidad me condujo encapuchado con la cabellera trasquilada y el orgullo herido, directo a una peluquería en la Plaza de San Jacinto en la Delegación Álvaro Obregón... ¿Cómo se lo arreglo? Dijo el fígaro con una sonrisa burlona… ¿A rape?

-¡Párenle, párenle que no somos de ingeniería!, estudiamos física en ciencias y allá no rapan… -¿Física? ¡Aquí también se enseña física! Contestaron los méndigos con las tijeras en mano y bueno, el resto de la historia, perdón del pelo, terminó en el piso de la peluquería.

Eso fue a principios de 1970, 60 años después de que Justo Sierra pronunciara su discurso en la inauguración de la Universidad Nacional de México. 25 años después de que le fue otorgada la autonomía, 20 años después de colocada la primera piedra de la actual Ciudad Universitaria, dos años después del movimiento del ’68 y a escasos seis meses del jueves 10 de junio.

Mis comienzos en la universidad fueron la época de los comités de huelga, de las interminables asambleas, de los encendidos discursos, del dolor y del resentimiento por los muertos, de las historias de horror, de las aclamaciones y los abucheos, de los desaparecidos, de los presos, de las pintas, del volanteo. Que muchos provincianos al principio poco entendíamos salvo que lo que ahí se gestaba era grande, algo que trascendería a todos nosotros. Y llegó el infausto 10 de junio, el jueves de corpus, el de los halcones, su violencia y nuestros muertos… y el tiempo empezó a transcurrir despacio, y la frustración a convertirse en silencio, en anécdota y hoy en olvido.

Pero no para todos. Pues hay muchos, muchísimos afirmo, que no han olvidado los logros de su historia. Ni tampoco el propósito que Justo Sierra expresó en su discurso inaugural:

"(…) nosotros decimos a los universitarios de hoy, la verdad se va definiendo, buscadla, enfatizando que (…) tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad."

Así, soy un universitario orgullosamente egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Agradecido porque, plural como es, por ella conocí la diversidad que nos distingue como país. Porqué en sus aulas aprendí que la educación es oportunidad de grandeza. Porqué ahí recibí las bases para contribuir a un México mejor. Porqué cuando pude comprender que “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU” entendí el real significado de expresar:

¡Viva México!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

sábado, 11 de septiembre de 2010

Orgullo

“Tan pronto escuchó el canto del jilguero anunciando el arribo de su anciano maestro, calzó las sandalias, vistió el humilde ayate y encaminó sus pasos a la entrada de la cueva para partir en silencio rumbo a la terraza ocupada por los sumos sacerdotes que tenían la misión de preservar la nación…

Ya reunidos, el sonido de los caracoles inundó el espacio hasta los confines de aquella maravillosa tierra al mismo tiempo que pronunciaban el mantra sagrado de su fe… Meshico, Meshico…”


Recordaban ese día a quien enamorado de esta maravillosa tierra, mirando lejos, decidió fincar raíces y hacer de ella el hogar de sus hijos y de los hijos de sus hijos…

Compartiendo sueños, otros llegaron detrás para dejar su huella en todos los confines. Para trascender, desarrollar cultura, ciencia y raigambre. Para lograr Meshico, hacer Patria, nuestra Patria…

Así con el devenir de los siglos, el caracol resonó en Teotihuacán, la ciudad donde los hombres se transforman en dioses. Y el águila devoró a la serpiente en el lugar donde se fundó Tenochtitlán. Y los quetzales cursaron los cielos de Chichén Itzá, Palenque, Uxmal y Tulum. Y los nichos de la pirámide del Tajín contaron el tiempo…

Hasta el principio de los tiempos aciagos, cuando un asombrado Bernal Díaz del Castillo escribió… “Al ver tantas ciudades y pueblos construidos en el agua, y otras poblaciones en tierra firme, nos quedamos admirados. Hubo quienes pensaron que se trataba de un hechizo, como los que se narran en el libro de Amadís, pues había grandes torres, templos y pirámides erigidos en el agua. Otros se preguntaban si todo eso no sería un sueño”.

Pero no lo era. Fue simplemente lo que Hernán Cortes expresó de la mejor manera en una de sus Cartas de Relación “¿Qué más grandeza puede ser que un señor bárbaro como éste tuviese contrahechas de oro y plata y piedras y plumas, todas las cosas que debajo del cielo hay en su señorío?...

Y su miedo pudo destruir en pocos años las formas de aquello que no pudieron comprender. Pero no fueron capaces de enterrar su espíritu en trescientos años de dominación. Mucho menos ocultar la grandeza que cobró, al cabo de miles de años, el sueño de aquel hombre decidido a fincar raíces y hacer de México el hogar de sus hijos y de los hijos de sus hijos…

México es grande porqué los hechos están ahí, aunque muchos lo han olvidado o quieran ignorarlo. Porque el tiempo de una nación no se mide en hojas calendario. Ni su grandeza pierde méritos por aquellos que no han entendido que esto que vemos, no es México, México es mejor…

Eso es justo lo que voy a celebrar el día 15 de septiembre. Voy a celebrar el orgullo que siento de pertenecer a esta tierra maravillosa. Tierra que no fue, que es tierra de grandes logros de grandes hombres. Voy a honrar la fe, la voluntad, el sacrificio y la humildad de un pueblo generoso y solidario. Voy a honrar a nuestros símbolos porque sintetizan nuestro sino.

Y no voy a permitir que sometan mi espíritu al desánimo. Ni a permitir que pese más lo que estamos viviendo que toda nuestra historia. Historia que no empezó hace doscientos, ni quinientos años. Empezó hace miles.

Y sí, voy a gritar con la emoción hinchando el alma,

¡Viva México! ¡Viva México!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

sábado, 4 de septiembre de 2010

4a Propuesta: Olla de Presión

En el primer artículo de esta serie, “Conclusiones”, afirmé que para hacer quebrar a una empresa o a un país, basta con seguir una receta que incluye como ingrediente principal a la corrupción. Tema del comentario y la propuesta de hoy.

Para empezar, imagine que está en un vagón del metro a la hora pico, cansado y ansioso por llegar a su casa. En el primer tramo soporta estoicamente el apretujamiento porque mantiene la esperanza de salir al andén en cuanto llegue a la estación de su destino. Sin embargo al llegar a esta, los pasajeros que entran desordenadamente le impiden salir y esto mismo ocurre en otra y en otra estación… ¿Mantendría la calma?

No, Usted que siempre ha sido una persona respetuosa y de buenas maneras, seguramente perdería la calma. Le pregunto: ¿Por qué quienes se colocaron junto a la puerta pudieron salir y usted no? La respuesta es obvia: la mayoría porque lo hicieron a punta de codazos, empujones, sin respeto alguno por el resto de los pasajeros. Exactamente lo mismo que Usted tendría que hacer antes de llegar a la próxima estación si quiere llegar pronto a casa. Eso sí, ya en el andén regresaría a su conducta habitual de gente con valores, respetuosa y de buenas maneras.

Si fuera el caso de algún pasajero desesperado la solución sería sencilla pero no es así. Son muchos los pasajeros los que asumen esa conducta que no puede resolverse enseñando valores, buenas costumbres y respeto por los demás. Conducta que tampoco se puede solucionar separando a hombres de mujeres, ni con policías y garrotes. El problema es generalizado y requiere otro tipo de soluciones que atiendan la causa raíz como incrementar el número de vagones, abrir nuevas rutas, etcétera.

La corrupción es una conducta que se ha analizado siempre desde el punto de vista de la persona avariciosa, de las oportunidades que se le presentan para corromperse y de la impunidad que percibe. Y por medicina se ha prescrito el Control Basado en la Desconfianza (CBD) que como hemos visto en artículos anteriores tiene consecuencias nefastas para cualquier organización o país como es el caso de México.

Sin embargo la afirmación popular, «La corrupción somos todos», le concede a esta calamidad rango de fenómeno social con un alcance mucho mayor que satisfacer la avaricia de unos cuantos. Su propósito, afirmo, ha sido servir de válvula de alivio al resentimiento de la sociedad. De tal forma que cuando la válvula se activa libera el exceso de presión dentro de la olla para evitar la explosión que se produciría si llegara a fallar. Y esto, al margen del discurso, ha sido permitido por quienes han detentado el poder.

La corrupción es en síntesis, el camino de los codazos y empujones, sin respeto por la Ley, de aquellos que se preguntan ¿Por qué ellos sí pueden llegar al andén y yo no? De aquellos que asumen como norma de conducta la frase “El que no tranza, no avanza”. Y el sistema lo permite para mantener en muchos la esperanza de salir del vagón e impedir así que explote la olla de presión donde se cocinan inequidad, injusticia, carencia de oportunidades de desarrollo, impunidad y falta de reconocimiento a las competencias y al comportamiento ético del ciudadano, entre otros muchos ingredientes.

La propuesta es muy sencilla: Sustituir los ingredientes por equidad, justicia, oportunidades de desarrollo, castigo ejemplar a los corruptos, evaluación del desempeño con base en resultados, premio a la competencia y al comportamiento ético, y sobre todo integridad y un comportamiento ejemplar del liderazgo. Si, ya lo sé, no me digan… ¡Sueños guajiros!

Sin embargo nada es imposible, el cielo o el infierno lo construimos nosotros. El tema de las propuestas aún no se agota, continuarán en la siguiente columna.

Si desean mayor información pueden consultar los siguientes artículos: El Petate del Muerto, marzo de 2007; ¿Corrupto Yo?, mayo de 2005; Legisladores, ¿Corruptos o delincuentes?, marzo de 2010.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm