¡Qué de noticias, rumores y demás! Una tras otra, “buenas, malas, verdades, mentiras”, dan cuenta del cambio vertiginoso del mundo.
La forma literal y la metáfora aplican perfectamente cuando afirmo que estamos en medio de un temblor. La tierra tiembla por los efectos del cambio climático y los terremotos; la geopolítica tiembla con las peticiones palestinas en la ONU y las consecuencias del efecto Túnez ya no solo en África, si no en el resto de los países del mundo; a la vista de una nueva recesión la economía tiembla con las bolsas inflándose y desinflándose, subiendo y bajando en la montaña rusa de la especulación; los líderes políticos tiemblan por lo que se puede decir en ciento cuarenta caracteres; los panteones tiemblan porque ya no caben los muertos reales o imaginarios…
En serio, todo se sincronizó, para que en las últimas semanas las noticias alteraran nuestra vida, una tras otra, al ritmo carnavalesco del “chaca, chaca, chaca… chaca, cacha, chaca…” para poner todo a temblar incluyendo a mi pancita que ya no puede digerir una más. Me urge tomar algún remedio para combatir la acidez, las agruras y demás.
Podría empezar con un tecito de liderazgo legítimo, que fuera de toda duda, asegure la soberanía y la gobernabilidad. Un liderazgo ejemplar sustentado en valores éticos y un comportamiento imparcial inspirador de confianza, con la fuerza moral necesaria para trascender las visiones partidarias al emplear poder político en la búsqueda del bien común y el bienestar. Un liderazgo que sepa fortalecer los vínculos y la memoria de las raíces.
Un liderazgo que no pueda ser calificado como violento o belicoso, y si como poseedor de un ánimo apacible impulsor del coraje y la bravura cuando se aplica con prudencia y moderación en la defensa de la sociedad y sus instituciones. Un liderazgo que, sin temor, sea garante y promotor de las libertades ciudadanas. Un liderazgo que promueva el castigo a quienes abusen de la represión y de la fuerza.
Ahora bien, si usted apreciado lector, piensa que solo me estoy refiriendo a los líderes políticos de alguna geografía en particular, pues estaría algo equivocado. Los comentarios anteriores, con algunos ajustes menores, se aplican en cualquier geografía a cualquier persona como líderes que somos de nosotros mismos, de nuestras familias, de nuestro quehacer cotidiano.
A propósito de todo esto, ¿Conocen que Bimbo, fundada en 1945, tiene 102,000 colaboradores y presencia en 17 países de América y Asia? ¿Que lo ha logrado procurando “ser una empresa altamente productiva y plenamente humana”? Todo se puede, Bimbo es una empresa orgullosamente mexicana, ejemplo de liderazgo y la vivencia cotidiana de sus valores.
De que se puede, se puede.
Con mis mejores deseos…
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com
twitter.com/enriquechm
Las ideas son por los demás... así que en este espacio encontrarás las ideas que antes no lo eran por quedarse en la intimidad de mis temores. No serán buenas, ni malas, acaso ideas que lo serán por tí.
domingo, 25 de septiembre de 2011
domingo, 18 de septiembre de 2011
¡El Imperio contra ataca!
¿Recuerdan a la “La Guerra de las Galaxias” de George Lucas?
Pues que les cuento, en un agotador maratón el pasado fin de semana vi los seis episodios de la serie.
La primera película fue proyectada en mayo de 1977 y es considerada un hito en la industria cinematográfica por sus innovadores efectos especiales para la época, su impresionante recaudación, los seis bien merecidos premios Óscar de la Academia del total de 10 nominaciones en las que participó. Una película inolvidable, como el resto de los episodios, pero no solo por lo obvio de su bien lograda producción sino también por el mensaje escrito entre líneas que solo se percibe poniendo mucha atención en el guión…
¿Quiénes representan al bien y al mal? Bueno no cabe duda que los caballeros Jedi, el maestro Yoda, Obi Wan Kenobi, Luke Skywalker, etcétera en principio serían los “buenos” de la película. Sin embargo cuando Anakin Skywalker estaba a punto de convertirse en el malísimo de Darth Vader sostiene un diálogo con su esposa Padme, defensora a ultranza de la democracia, donde queda más que claro que los personajes en cualquier contienda son buenos-buenos, malos-malos, o ni fu, ni fa –clones, carne de cañón pues- dependiendo de en cuál bando milita el juez… y que tan ávidos del poder son tanto unos como los otros…
¿Qué la guerra es un instrumento para lograr el poder? Pues sí, el ahora si “malísimo” canciller (entrecomillado ya que como hemos visto todo es relativo) en su afán de lograr su sueño vende la idea de la paz atemorizando al congreso con peligros imaginarios, se saca de la manga una guerra de la manga y obtiene poderes especiales que a la postre lo convierten en el emperador… Hum… ¿No les suena conocido?
¿Qué quienes nos conducen al enfrentamiento son los fundamentalismos de los “buenos-buenos” y de los “malos-malos”? En los episodios de la Guerra de las Galaxias quienes lideran la contienda, apegados a su ideal de futuro olvidan enfocar su ser en sentir y existir hoy; y no puedan entender que existan personajes “medio buenos” o “medio malos” según sea el caso, como el traficante propietario de la nave espacial Halcón Milenario, Han Solo que evitan involucrarse en la insensatez de la contienda salvo por cuestiones del valor que representa para ellos la lealtad o el amor...
¿Qué las decisiones que hemos tomado siempre han sido las mejores? ¡Cómo! ¿Las mejores? ¡Sí, las mejores! Pues aun de las consecuencias de aquellas que en principio nos parecen equivocadas, podemos salir fortalecidos si hacemos uso del “fua”… ¡perdón! del poder de la fuerza que reside en todas y cada una de las células de nuestro maravilloso Ser. Poder que crece exponencialmente con el de todos aquellos que con humildad y voluntad buscan la alegría como el último propósito de su existencia.
Pues como bien dijo el maestro Yoda «Los “malos-malos” se alimentan del temor» a lo que yo agrego… “los buenos-buenos” ¡También!
Por razones de espacio quedan muchos temas en el tintero como ¿Qué es el balance de la fuerza?, ¿Quiénes logran el cambio?, ¿Cuáles son los avances tecnológicos que se anticipan? En fin hay muchísima tela de donde cortar.
Nota: Una disculpa a los fanáticos de la “Guerra de las Galaxias”, entiendo que mi interpretación puede dar lugar a controversias, nada más lejano de mi intención. Por favor no me acaben.
Qué la fuerza esté con ustedes.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm
La primera película fue proyectada en mayo de 1977 y es considerada un hito en la industria cinematográfica por sus innovadores efectos especiales para la época, su impresionante recaudación, los seis bien merecidos premios Óscar de la Academia del total de 10 nominaciones en las que participó. Una película inolvidable, como el resto de los episodios, pero no solo por lo obvio de su bien lograda producción sino también por el mensaje escrito entre líneas que solo se percibe poniendo mucha atención en el guión…
¿Quiénes representan al bien y al mal? Bueno no cabe duda que los caballeros Jedi, el maestro Yoda, Obi Wan Kenobi, Luke Skywalker, etcétera en principio serían los “buenos” de la película. Sin embargo cuando Anakin Skywalker estaba a punto de convertirse en el malísimo de Darth Vader sostiene un diálogo con su esposa Padme, defensora a ultranza de la democracia, donde queda más que claro que los personajes en cualquier contienda son buenos-buenos, malos-malos, o ni fu, ni fa –clones, carne de cañón pues- dependiendo de en cuál bando milita el juez… y que tan ávidos del poder son tanto unos como los otros…
¿Qué la guerra es un instrumento para lograr el poder? Pues sí, el ahora si “malísimo” canciller (entrecomillado ya que como hemos visto todo es relativo) en su afán de lograr su sueño vende la idea de la paz atemorizando al congreso con peligros imaginarios, se saca de la manga una guerra de la manga y obtiene poderes especiales que a la postre lo convierten en el emperador… Hum… ¿No les suena conocido?
¿Qué quienes nos conducen al enfrentamiento son los fundamentalismos de los “buenos-buenos” y de los “malos-malos”? En los episodios de la Guerra de las Galaxias quienes lideran la contienda, apegados a su ideal de futuro olvidan enfocar su ser en sentir y existir hoy; y no puedan entender que existan personajes “medio buenos” o “medio malos” según sea el caso, como el traficante propietario de la nave espacial Halcón Milenario, Han Solo que evitan involucrarse en la insensatez de la contienda salvo por cuestiones del valor que representa para ellos la lealtad o el amor...
¿Qué las decisiones que hemos tomado siempre han sido las mejores? ¡Cómo! ¿Las mejores? ¡Sí, las mejores! Pues aun de las consecuencias de aquellas que en principio nos parecen equivocadas, podemos salir fortalecidos si hacemos uso del “fua”… ¡perdón! del poder de la fuerza que reside en todas y cada una de las células de nuestro maravilloso Ser. Poder que crece exponencialmente con el de todos aquellos que con humildad y voluntad buscan la alegría como el último propósito de su existencia.
Pues como bien dijo el maestro Yoda «Los “malos-malos” se alimentan del temor» a lo que yo agrego… “los buenos-buenos” ¡También!
Por razones de espacio quedan muchos temas en el tintero como ¿Qué es el balance de la fuerza?, ¿Quiénes logran el cambio?, ¿Cuáles son los avances tecnológicos que se anticipan? En fin hay muchísima tela de donde cortar.
Nota: Una disculpa a los fanáticos de la “Guerra de las Galaxias”, entiendo que mi interpretación puede dar lugar a controversias, nada más lejano de mi intención. Por favor no me acaben.
Qué la fuerza esté con ustedes.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm
sábado, 10 de septiembre de 2011
¡La alegría de vivir!
Todo ocurre justo al momento de despertar. En ese instante un pequeño acto de voluntad marca la diferencia entre someternos a los recuerdos y las preocupaciones; o recordar el milagro y esbozar una sonrisa…
Somos una orquesta sinfónica de 100 billones de células en perfecta armonía. Intérpretes magistrales de un instrumento que producen la maravillosa melodía que nos permite sentir y experimentar la vida. ¿No son acaso un milagro? ¿No somos, y todo lo que nos rodea, acaso milagros?
¡Vaya que si lo somos! Pero pareciera que nos empeñamos en construir en nuestra casa mil y un celdas de castigo para encerrarnos cotidianamente a sufrir el infortunio de lo que ya no es, el temor de perder lo que hoy aún no hemos perdido, la preocupación por lo que jamás estaremos ciertos que ocurrirá.
Sí, somos un milagro que habría de despojar de sus ojos la venda para sonreír cuando, el mismo, se observe reflejado en el amor; para sonreír ante los dones que la naturaleza le brinda; para sonreír, disfrutar e impulsar los logros ajenos como si fueran propios.
Sí, un milagro que habría de quitar el espadrapo de su boca para pintar de amor sus labios siempre, no solo cuando se dirija al ser querido pues todos estamos hechos de la misma sustancia…
Sí un milagro que habría de quitar las cuerdas que atan sus manos para recibir con humildad lo que la vida le da sin preguntarse el porqué; para dar con generosidad sin preguntarse si será reconocido…
Hace algún tiempo en la ciudad de México, un taxista, Don Arturo, comentaba que en esa complicada ciudad la gente tenía por corazón un reloj. ¡Sí, un reloj! Que, al ritmo de su apresurado tic tac, nos hace olvidar el diamante que somos hasta vivir en la total oscuridad del frenesí, de la rutina, del tedio, del estrés por los apegos, de nuestros resentimientos, de nuestros miedos…
¿Pero cómo quitar la pátina que ahora nos recubre? Justo la semana pasada, otro muy buen taxista, Gabriel, me dijo ¿Se imagina lo que podría mejorar el tráfico si cedemos con cortesía el paso?
Un pequeño acto acompañado de un gesto amable y una sonrisa bastarían para dar un poquito de luz a esa oscuridad en la que muchos habitamos.
Y no estaría por demás iniciar por nosotros, justo al momento de despertar.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
Somos una orquesta sinfónica de 100 billones de células en perfecta armonía. Intérpretes magistrales de un instrumento que producen la maravillosa melodía que nos permite sentir y experimentar la vida. ¿No son acaso un milagro? ¿No somos, y todo lo que nos rodea, acaso milagros?
¡Vaya que si lo somos! Pero pareciera que nos empeñamos en construir en nuestra casa mil y un celdas de castigo para encerrarnos cotidianamente a sufrir el infortunio de lo que ya no es, el temor de perder lo que hoy aún no hemos perdido, la preocupación por lo que jamás estaremos ciertos que ocurrirá.
Sí, somos un milagro que habría de despojar de sus ojos la venda para sonreír cuando, el mismo, se observe reflejado en el amor; para sonreír ante los dones que la naturaleza le brinda; para sonreír, disfrutar e impulsar los logros ajenos como si fueran propios.
Sí, un milagro que habría de quitar el espadrapo de su boca para pintar de amor sus labios siempre, no solo cuando se dirija al ser querido pues todos estamos hechos de la misma sustancia…
Sí un milagro que habría de quitar las cuerdas que atan sus manos para recibir con humildad lo que la vida le da sin preguntarse el porqué; para dar con generosidad sin preguntarse si será reconocido…
Hace algún tiempo en la ciudad de México, un taxista, Don Arturo, comentaba que en esa complicada ciudad la gente tenía por corazón un reloj. ¡Sí, un reloj! Que, al ritmo de su apresurado tic tac, nos hace olvidar el diamante que somos hasta vivir en la total oscuridad del frenesí, de la rutina, del tedio, del estrés por los apegos, de nuestros resentimientos, de nuestros miedos…
¿Pero cómo quitar la pátina que ahora nos recubre? Justo la semana pasada, otro muy buen taxista, Gabriel, me dijo ¿Se imagina lo que podría mejorar el tráfico si cedemos con cortesía el paso?
Un pequeño acto acompañado de un gesto amable y una sonrisa bastarían para dar un poquito de luz a esa oscuridad en la que muchos habitamos.
Y no estaría por demás iniciar por nosotros, justo al momento de despertar.
"Los hechos, hechos son y es imposible cambiarlos pues pertenecen al pasado. Lo único posible es elegir la actitud para afrontarlos. Si optamos por el optimismo y la alegría; la serenidad y la fuerza estarán ahí para superar aun las peores circunstancias"
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
domingo, 4 de septiembre de 2011
Había una vez un reino...
Advertencia: El contenido del presente texto no tiene como objetivo producir alarma, temor, terror ni en la población, ni en un grupo o sector de ella, para perturbar la paz pública o tratar de menoscabar la autoridad del Estado o presionar a ésta para que tome una determinación pues todos los personajes, lugares y situaciones que aquí aparecen son ficticios, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia...
Había una vez un reino que vivía un clima de violencia provocado por crueles facinerosos que cometían, cotidianamente, atrocidades de todo tipo. El rey, verdaderamente preocupado por la situación, después de intentar cuanto estuvo en su mano, preguntó a un anciano sabio… ¿Por qué todos mis intentos por derrotar a la fuerzas del mal han sido en vano?
¿Será acaso que estás combatiendo al enemigo equivocado? –Dijo el anciano- Lo que tu pueblo necesita es alegría de vivir. Pero, dicho con todo el respeto que su Majestad merece, esta no se puede lograr cuando los hijos mueren de hambre; cuando te sientes atrapado en el fondo de un pozo haciendo poco menos que imposible alcanzar la luz de tus anhelos; cuando vives con el cuerpo enfermo y la medicina está fuera de tus posibilidades; cuando llueve y tu casa es una pocilga que no te protege de nada; cuando recurres a la autoridad clamando justicia, seguridad, y obtienes el silencio de la corrupción o la indiferencia por respuesta.
Esto también es violencia. Y no puedo imaginar violencia más cruel mi querido Rey pues mata después de una prolongada y dolorosa agonía. ¡Cómo! –Exclamó el soberano- Si mi señor, las dos son violencia, la diferencia entre ellas es el tiempo en que se tarda en morir.
Su Majestad, mi mejor consejo es ¡Recupere la alegría de vivir de sus súbditos! Combata con igual determinación a las otras bandas. Las de quienes explotan a sus súbditos con jornales de hambre; las que no pagan sus tributos; las de los oficiales deshonestos que derrochan el tesoro o están al servicio de agentes extranjeros; las de quienes mantienen a sus vasallos en la ignorancia; las que no hablan siempre con la verdad para combatir el temor y la incertidumbre que rumor causa; esas bandas que comparten con usted, mi señor, en la corte y en los bailes de palacio...
Todos esos facinerosos que gozan de su favor, son las que mantienen a sus súbditos en el subdesarrollo y la marginación. Alimento ideal para el odio y el resentimiento de aquellos a quienes usted ahora combate. Cambie el abono y crecerá la cosecha.
Así que tal vez, ¡oh poderoso Rey!, equivocó al enemigo.
Se preguntarán él porque de la advertencia inicial. Es muy simple, no vaya alguno a pensar que el texto lleva mala intención, y no es así, es un cuento y cualquier parecido con la realidad, insisto, es mera coincidencia.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
twitter.com/enriquechm
Había una vez un reino que vivía un clima de violencia provocado por crueles facinerosos que cometían, cotidianamente, atrocidades de todo tipo. El rey, verdaderamente preocupado por la situación, después de intentar cuanto estuvo en su mano, preguntó a un anciano sabio… ¿Por qué todos mis intentos por derrotar a la fuerzas del mal han sido en vano?
¿Será acaso que estás combatiendo al enemigo equivocado? –Dijo el anciano- Lo que tu pueblo necesita es alegría de vivir. Pero, dicho con todo el respeto que su Majestad merece, esta no se puede lograr cuando los hijos mueren de hambre; cuando te sientes atrapado en el fondo de un pozo haciendo poco menos que imposible alcanzar la luz de tus anhelos; cuando vives con el cuerpo enfermo y la medicina está fuera de tus posibilidades; cuando llueve y tu casa es una pocilga que no te protege de nada; cuando recurres a la autoridad clamando justicia, seguridad, y obtienes el silencio de la corrupción o la indiferencia por respuesta.
Esto también es violencia. Y no puedo imaginar violencia más cruel mi querido Rey pues mata después de una prolongada y dolorosa agonía. ¡Cómo! –Exclamó el soberano- Si mi señor, las dos son violencia, la diferencia entre ellas es el tiempo en que se tarda en morir.
Su Majestad, mi mejor consejo es ¡Recupere la alegría de vivir de sus súbditos! Combata con igual determinación a las otras bandas. Las de quienes explotan a sus súbditos con jornales de hambre; las que no pagan sus tributos; las de los oficiales deshonestos que derrochan el tesoro o están al servicio de agentes extranjeros; las de quienes mantienen a sus vasallos en la ignorancia; las que no hablan siempre con la verdad para combatir el temor y la incertidumbre que rumor causa; esas bandas que comparten con usted, mi señor, en la corte y en los bailes de palacio...
Todos esos facinerosos que gozan de su favor, son las que mantienen a sus súbditos en el subdesarrollo y la marginación. Alimento ideal para el odio y el resentimiento de aquellos a quienes usted ahora combate. Cambie el abono y crecerá la cosecha.
Así que tal vez, ¡oh poderoso Rey!, equivocó al enemigo.
Se preguntarán él porque de la advertencia inicial. Es muy simple, no vaya alguno a pensar que el texto lleva mala intención, y no es así, es un cuento y cualquier parecido con la realidad, insisto, es mera coincidencia.
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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