Somos una orquesta sinfónica de 100 billones de células en perfecta armonía. Intérpretes magistrales de un instrumento que producen la maravillosa melodía que nos permite sentir y experimentar la vida. ¿No son acaso un milagro? ¿No somos, y todo lo que nos rodea, acaso milagros?
¡Vaya que si lo somos! Pero pareciera que nos empeñamos en construir en nuestra casa mil y un celdas de castigo para encerrarnos cotidianamente a sufrir el infortunio de lo que ya no es, el temor de perder lo que hoy aún no hemos perdido, la preocupación por lo que jamás estaremos ciertos que ocurrirá.
Sí, somos un milagro que habría de despojar de sus ojos la venda para sonreír cuando, el mismo, se observe reflejado en el amor; para sonreír ante los dones que la naturaleza le brinda; para sonreír, disfrutar e impulsar los logros ajenos como si fueran propios.
Sí, un milagro que habría de quitar el espadrapo de su boca para pintar de amor sus labios siempre, no solo cuando se dirija al ser querido pues todos estamos hechos de la misma sustancia…
Sí un milagro que habría de quitar las cuerdas que atan sus manos para recibir con humildad lo que la vida le da sin preguntarse el porqué; para dar con generosidad sin preguntarse si será reconocido…
Hace algún tiempo en la ciudad de México, un taxista, Don Arturo, comentaba que en esa complicada ciudad la gente tenía por corazón un reloj. ¡Sí, un reloj! Que, al ritmo de su apresurado tic tac, nos hace olvidar el diamante que somos hasta vivir en la total oscuridad del frenesí, de la rutina, del tedio, del estrés por los apegos, de nuestros resentimientos, de nuestros miedos…
¿Pero cómo quitar la pátina que ahora nos recubre? Justo la semana pasada, otro muy buen taxista, Gabriel, me dijo ¿Se imagina lo que podría mejorar el tráfico si cedemos con cortesía el paso?
Un pequeño acto acompañado de un gesto amable y una sonrisa bastarían para dar un poquito de luz a esa oscuridad en la que muchos habitamos.
Y no estaría por demás iniciar por nosotros, justo al momento de despertar.
"Los hechos, hechos son y es imposible cambiarlos pues pertenecen al pasado. Lo único posible es elegir la actitud para afrontarlos. Si optamos por el optimismo y la alegría; la serenidad y la fuerza estarán ahí para superar aun las peores circunstancias"
Con mis mejores deseos,
Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
www.ramari.blogspot.com
twitter.com/enriquechm
Asi es Enriique : a poner buena cara, que de otro modo -por experiencia lo digo- solo nos arrugamos, y tan caras que están las cremas!!!
ResponderBorrarAlegria en el corazón y Vivre la vie!!
SAludos desde Mérida
@manezdpr
Querido Enrique, ¿cuánta cosas cambiarían si tan los seres humanos fueramos concientes de nuestras acciones y como repercuten en el universo personal y general? ...la simple imagen de ese cambio, abruma. Saludos
ResponderBorrarFísico que bonito es todo lo que nos comparte, sin duda es realmente como debiera de ser, por desgracia la realidad en que vivimos es otra y tambien tenemos que ser realistas, a nadie nos gusta vivir con miedo ni pensando cuando salimos de casa si vamos a regresar, ni a ningun padre le gusta que le secuestren y maten a su hijo aún pagando rescate por el o ella. por desgracia a ellos los que sufren este tipo de atropello, no le podemos decir, al mal tiempo buena cara, pero bueno, esperamos encontrar gente aún con un gran corazón y gran amor al projimo. que Dios lo bendiga siempre.
ResponderBorrarelia*