sábado, 25 de diciembre de 2010

La gran maestra

Créeme, te lo aseguro, uno de los dos se sorprenderá… Con esta frase inició un acto más de una obra de teatro que permanecerá en cartelera por muchos años más.

La historia inició un día del mes de abril de este 2010 cuando sentado en el jardín disfrutaba de un atardecer que, al escuchar de labios de mi amigo y doctor de cabecera la mala noticia, se tornó súbitamente en noche oscura…

Alguna vez pregunté ¿Cómo podrá el rico disfrutar de su riqueza si nunca ha sido pobre? pensando en aquellos que la cigüeña, instrumento eventual de la fortuna, deposita en pañales de seda donde crecen sin carencias, en la abundancia. Entonces no pensé que esa pregunta también expresaría la metáfora de la vida de muchos de nosotros. A la pregunta respondí que difícilmente los afortunados podrían apreciar realmente su riqueza; al menos no como aquellos que la han construido, “desde abajo”, con el sudor de su frente.

En esa época me jactaba de gozar excelente salud sin conocer lo que significaba realmente “salud”. Solo semanas después de mi 57 aniversario la frase que escuché por el auricular del teléfono celular “…el resultado de los análisis fue positivo. Necesitamos hablar cuanto antes…” me sumió en la pobreza.

Ese día que, como dije el atardecer se tornó en una noche oscura, inicié el camino que hoy me hace reconocer que nunca disfruté de mi riqueza pues sólo hasta que viví la pobreza de mi enfermedad, pude aquilatar las gemas preciosas que hay en el cofre del tesoro de mi vida.

Por un corto trecho caminé solo, acechado por el temor y la incertidumbre hasta que el amor incondicional de mi familia y las palabras de aliento de mis cercanos me permitieron entender que la vida misma, siempre generosa, me impartía clases gratuitas en un curso apresurado donde ya no hubo más teoría solamente quedaba la práctica.

Y así en este último año he aprendido que sentir es vivir; que la tarea es construir nuestro sueño y actuar; que las soluciones correctas son sencillas, elegantes, y las podemos recibir de quien menos esperamos si hay humildad para reconocerlas; que la verdad, nuestra verdad, permanecerá sólo el tiempo justo para concedernos un breve descanso antes de continuar el camino para alcanzar nuevas alturas; que esa nuestra verdad, no es la Verdad pues cada quien tiene derecho a construir la propia; que el amar y el respetar es aceptar sin condiciones, sin juicios; que cuando hay auténtica aceptación la tolerancia sobra y no existe lugar para el ego; que hay que estar dispuestos aceptar los regalos que la vida cotidianamente nos ofrece para alcanzar la felicidad, la salud y el bienestar porque todos somos dignos…

Con esas y otras lecciones aprendidas llegué el miércoles pasado al laboratorio a realizar uno más de mis periódicos análisis clínicos. Fue entonces cuando expresé a mi buena amiga, la química a cargo, la frase que inició esta historia Créeme, te lo aseguro, uno de los dos se sorprenderá…con los resultados.

Así fue, por la tarde al acudir a recogerlos, su franca e iluminada sonrisa, confirmó lo que yo ya sabía. Me dijo entusiasmada que no lo podía creer, al tiempo que me entregó un maravilloso regalo de Navidad: los resultados de mis análisis mostrando una sorprendente mejoría.

Les confirmo, la obra de teatro continuará aún muchos años en cartelera. Hasta que el productor decida, no porque el actor principal, que soy yo, renuncie.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 19 de diciembre de 2010

Las vueltas que da la vida...

Uno propone y Dios dispone.

Si señor… planes, programas, intenciones, todo queda en propuesta y las cosas terminan siendo, ni más ni menos, como nunca lo previmos. Pues la vida da muchas vueltas, algunas veces tan despacito que ni se notan, otras tantas tan rápido que espantan…

Vivimos en un mundo de recetas inventadas que nos dicen que el mole no nos gusta, cuando la realidad es que lo que no nos gusta son las manchas en la camisa. Vivimos en un mundo de dilemas entre lo que deseamos y lo que se necesita; entre lo que hubiera sido y realmente fue… entre lo que nos gustaría y lo que simplemente es…

Vivimos en la lucha por el bienestar cuando no se sabe bien a bien lo que realmente significa, que recuerda aquel patrón que “piensa que el pobre soy yo”. Vivimos tan sujetos a nuestros apegos olvidando que afuera hay mundo, buscando ser buenos cuando la bondad sólo por la maldad se define… sintiéndonos víctimas cuando nosotros creamos a los victimarios… Y eso como personas que somos, pero también como país, pudiendo ser diferentes sólo por no dejar…

Olvidando los deseos para resolver las necesidades; olvidando lo que hubiera sido para reconocer lo que es; olvidando el prado ajeno para disfrutar del propio; olvidando lo que ya fue para resolver lo de hoy.

El mundo entero hoy toma nota en la crisis que no todo es el mercado pero que tampoco todo es el estado… también que el reto se enfrenta sumando sin asumirse como víctimas sino como iguales, que los gigantes no lo son tanto y los pequeños tampoco…

Hombres que saben que la realidad permanece sólo lo justo para expresar más planes, más programas, mas intenciones que igual quedan en propuesta pues, sí señor… la vida da muchas vueltas, algunas veces tan despacito que no se notan y otras tantas, tan rápido que espantan…

¿Hasta a donde podremos llegar? Dependerá de la suma de sus pequeñas grandes acciones cotidianas porque ¿sabe usted?

Son los granos de arena los que hacen playa…

Reflexión: La humildad no está reñida con el ego pues las dos se necesitan porque… “¡Qué lindo es el vino! / El que se bebe en la casa del que está limpio por dentro y tiene brillando el alma…” Así pues ni alcohólico, ni abstemio…

¡Feliz Navidad!

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 12 de diciembre de 2010

La tarea

Lejos estaba el sol de levantar el vuelo cuando la ansiedad se impuso al sueño…

-¿Llegaré a tiempo? Saltó la duda en la mente de aquella bella mujer, que por un momento vistió su rostro con la máscara de la preocupación, que despejó cuando el resplandor de la candela iluminó brevemente las manecillas del reloj y escucho la rítmica cadencia de un discreto tic, tac...

-Tiempo más que suficiente, se dijo, portando ahora la máscara de la alegría. Pero no intentó volver a la calidez del lecho ¿Y si se quedara dormida?Prefirió en cambio prepararse sin prisas para emprender el camino con las primeras luces del amanecer.

Y así lo hizo… ungió su piel con aceite de un exquisito perfume, vistió sus mejores galas, calzó botas bellamente trenzadas, acicaló su cuidada cabellera, adornó el estilizado cuello con aquel maravilloso collar y no bien intuyó el crepúsculo, se escurrió por el resquicio de la puerta apenas entreabierta para encaminar sus pasos en la oscuridad, aterida de frío, por aquella senda ardua y estrecha tantas veces recorrida. Casi sin sentirlo, poco a poquito, la claridad ganó terreno y le permitió ver el vapor de su aliento, iluminado por los cálidos rayos del sol y más adelante, en lontananza la peña: su destino.

Al verla, anticipando el gozo, apresuró su caminar para llegar la primera al preámbulo de una maravillosa vista que en días como aquel alcanzaba el infinito…Poco después, ya al pie de la peña, empezó cuidadosamente el ascenso afirmando cada paso en la roca húmeda aún por el rocío de la mañana…Su cuidadoso esfuerzo rindió frutos cuando alcanzó el césped de la terraza que se encontraba en la cima, enmarcada por una espléndida vista de la costa y delineada por la playa de arena blanca que se extendía al infinito con el mar de color turquesa de un lado y del otro, el verde siempre distinto, siempre hermoso, de los innumerables sembradíos de la planicie costera.

Y el vuelo de las aves marinas, y los múltiples aromas, y el viento firme agitando su blanca túnica y su cabellera terminaron de darle la bienvenida al recinto donde su corazón agitado clamaba ya por el anhelado encuentro…Hubieron de transcurrir minutos, que parecieron horas eternas, en las que su rostro se cubrió sucesivamente con las máscaras de la ilusión, de la duda, de la angustia, del temor, de la desesperanza, de la tristeza…cuando un mozalbete, con el aliento entrecortado, se le acercó sin decir palabra...

El joven a todas luces agotado, sin perder tiempo extendió un papel doblado con premura. ¡La letra era de quien ella esperaba! Lo que calmó sus temores y su angustia para dar paso al asombro y a la desilusión…La nota decía lo siguiente:

A mi estimada alumna Susanita. Lamento mucho el que no hayas recibido oportunamente el aviso donde suspendo la lectura de mi material de la semana. Entiendo que esperabas, como me anunciaste, con ansias una nueva entrega, una nueva reflexión, pero en verdad te digo… me fue imposible redactar algo apropiado así que opté por esperar mejor ocasión antes que improvisar. Sé que esto seguramente te decepcionará, pero aprovecho para decirte que en ti hay mucho sobre lo que puedes meditar. Te dejo de tarea hacer un ensayo sobre el temor a aceptar la propia verdad.

Afortunadamente te vi camino a la peña por lo que le pedí a mi hijo que te hiciera llegar esta nota.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 4 de diciembre de 2010

Intolerancia a la felicidad

La vida es complicada comentó uno de mis compañeros en la mesa de la Guabina. A lo que otro contestó, no, no es complicada, la hacemos complicada. Nos hemos acostumbrado tanto al sufrimiento, al temor, a las cosas “malas”, a las tormentas de infelicidad que somos incapaces de sentir el amor, las cosas “buenas”, las pequeñas grandes gotas de felicidad del rocío que ella nos obsequia.

Y si acaso por un instante las sentimos, basta también tan solo un instante para que surjan las dudas, el recelo, la culpa por juzgar aquello que se nos ofrece como un placer inmerecido y terminamos olvidando los anhelos para encaminar nuevamente los pasos por la brecha ardua de la infelicidad.

No, eso no puede ser cierto es un engaño, regalo tan maravilloso no puede ser real ¡los milagros no existen! La realidad no es así y al conjuro de la razón, el milagro desaparece oculto tras el muro de lo que sí “puede y debe” ser.

Pero si la fuerza de nuestro gozo anticipado se impone e impide el asalto de la razón, ésta, porfiando, empuñará entonces las armas del recelo… ¿Qué pasará si lo acepto? ¡Seguramente habrá algo oscuro detrás! Algún costo oculto habré de pagar pues en esta vida las cosas no son así de fácil, nada es gratuito…Algo quiere de mi…

Y si a pesar de la dura batalla el anhelo no se rinde y clama ¡acéptalo! el milagro es real, es para ti y no habrás de pagar por él; la razón contraatacará preguntando -¿Lo mereces realmente? ¿Te has hecho digno de tal reconocimiento? Y pronta, sin esperar respuesta, te susurrará convincente al oído… -No lo mereces, olvida tu sueño, se humilde y reconoce tu indignidad… Y la razón te cubrirá con su oscura capa para protegerte de las pequeñas grandes gotas de felicidad del rocío de la vida…

Es así para muchos que sin sentirlo, a lo largo de los años han olvidado la inmensa capacidad con que fueron dotados para sentir, disfrutar y ser felices con todo aquello que cotidiana y gratuitamente les ofrece la vida de mil formas distintas empezando con un bello amanecer o la sonrisa inocente de un niño.

Cuando atinan a intuirlas, incrédulos, pasan de largo negando su existencia y si finalmente aceptan que están ahí, se niegan a tomarlas por temor o un falso concepto de humildad que les impide apreciar sus virtudes y fortalezas.

En contraste les es muy fácil percibir o imaginar sufrimiento, engaño, amenaza, fealdad, ignorancia, torpeza, crítica porque recibieron clases y aprendieron muy bien a “vivir” sueños de infelicidad, construidos por otros, dentro de murallas levantadas para protegerles con un pequeño inconveniente: normalmente pierden la llave de la cerradura.

Pero no solo eso, pretenden que otros se encierren en murallas iguales pues desarrollan una fuerte adicción al sufrimiento e intolerancia a la felicidad. Son incapaces de aceptar la felicidad de los demás y menos aún capaces de tolerar los defectos de otros como ellos pues ven el reflejo de su triste existencia que no es lo mismo que la vida.

Vivir implica construir tu propio sueño, sentirlo desde lo profundo del alma y actuarlo.

No es imposible, puedes lograrlo.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto

enrique.chm@gmail.com

Twitter @enriquechm

domingo, 28 de noviembre de 2010

Sencillas y elegantes

Las lecciones aprendidas y escritas en piedra pesan tanto que nos impiden avanzar. Tal vez por eso recuerdo muy pocas de la universidad, dos particularmente.

Recibí la primera en una clase del primer semestre que se impartía en el auditorio de la facultad de ciencias. Ese día el maestro de algebra ocupaba el podio al centro y a sus espaldas, en una gran pantalla, se proyectaba a manera de pizarrón de última tecnología lo que él escribía en filminas transparentes. Impresionante pensé la primera vez que vi el artilugio acostumbrado como estaba al pizarrón, al gis y al imprescindible borrador de los salones de mi provinciana escuela preparatoria.

Su objetivo era demostrar un teorema en lo que ya había empleado buena parte de las dos horas que duraba su clase, más un titipuchal de filminas donde anotaba minuciosamente los pasos de su desarrollo. Al principio intenté seguir el procedimiento pero no me duró mucho el gusto, al cabo de un rato simplemente me perdí, no entendía “ni papa” de lo que estaba escribiendo el susodicho.

Entonces regresé al principio, a la lectura del teorema, después al desarrollo de una demostración que concluí a los pocos minutos en la forma acostumbrada entonces -para indicar ¡Ya acabé!- anotando los clásicos tres puntos que ilustran un triángulo equilátero seguido de las siglas L.Q.Q.D (“Lo Que Queda Demostrado”) Mientras tanto el profesor continuaba consumiendo filminas y el resto de la audiencia guardaba respetuoso silencio pero con cara de aburrimiento y de no entender, como yo al principio, ¡nada!

De súbito me entró la duda… ¿Mi demostración será correcta? Hum… me llevó escasos minutos y media cuartilla, soy alumno del primer semestre… ¡no puede ser que esté bien! Y la revisé una y otra vez, sin encontrar error, hasta que al cabo de un rato el profesor concluyó la suya en la forma acostumbrada, los tres puntitos y las siglas L.Q.Q.D. Poco duró el auditorio en quedar con solo con dos almas en su interior…

Entonces con más miedo que timidez una de las almas (yo) se acercó al podio, donde la otra alma (el maestro) aún permanecía en lo alto acomodando sus cosas en el portafolio. Sin decir nada extendí tembloroso el desarrollo de mi demostración al maestro quien, con cara de curiosidad, la tomó, dejó el portafolio a un lado, la estudió cuidadosamente por minutos que se me parecieron una eternidad y me la entregó de vuelta diciendo: Es sencilla, es elegante, es correcta… y se retiró.

En ese momento mi ego diecisiete añero llegó al techo del recinto y si bien me asombró la respuesta del maestro solo años después comprendí que la suya fue una respuesta de humildad cuando reconoció el trabajo ajeno sin considerar jerarquías, y también, que las soluciones complejas generalmente no son las mejores. Las mejores son sencillas y elegantes.

Tres años más tarde recibí la segunda lección de mí entonces jefe en el Instituto Mexicano del Petróleo, el Ing. Daniel Gutiérrez Gutiérrez (QEPD), a quien acudí en busca de asesoría cuando intentaba infructuosamente resolver un complejo –así lo pensaba- problema para mi trabajo de tesis profesional.

El Ing. Gutiérrez escuchó atentamente mis cuitas y al término me pidió un viejo libro con páginas amarillentas de su biblioteca. Se lo entregué, me lo devolvió abierto en una página que mostraba un diagrama muy sencillo y me despidió diciendo: La solución está ahí, cuando entiendas el diagrama resolverás el problema.

Fue así como comprendí que las soluciones correctas, sencillas y elegantes, dependen de la comprensión real de los problemas. También comprendí que las puedes recibir de quien menos lo esperas, pero requieres humildad para reconocerlas.

A partir de entonces al mirar a mi alrededor, en mi trabajo, en mi ciudad, en mi México pienso en la escasa comprensión de los problemas pues la sencillez y la elegancia en las soluciones…

¡Bien gracias! - brillan por su ausencia.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
Twitter @enriquechm

domingo, 21 de noviembre de 2010

Siento y por lo tanto... ¡Vivo!

Recuerdo muy bien cuando Juanito presentó su primer examen. No, no fue en el jardín de niños, se equivoca usted. Fue en la salita anexa a la sala de parto donde presentó la prueba de Apgar que aplican a los recién nacidos. Pobrecillo, ¿Qué pensaría él, primero al ser expulsado sin previo aviso de su cómodo refugio para inmediatamente después enfrentarse a su sinodal pediatra?

¿Pensaría? Más bien debo preguntar ¿Qué sentiría Juanito en ese momento? Porque como todo recién nacido que se respete no sabía hablar, ni “pensar” en nuestros términos. No conocía entonces si lo que sentía era “frío” o “calor”, no conocía si lo que sentía era “brillantez” u “oscuridad.” Era la inocencia pura alejada de verbos y sustantivos que expresaba sus sentimientos con toda la fuerza de su Ser.

Ante su examinador, lloró y eso le valió dos puntos, pataleó fuerte y sumó otros dos, aspiró hondo, el color de su piel se tornó rojizo y llegó a seis; caminó unos pasitos colgado de los dedos del pediatra para totalizar ocho, y el “tun qun taca” de su corazoncito latiendo aceleradamente -supongo que del susto- finalmente le valió, sin estudiar, ¡Un perfecto 10 de calificación!

Momentos más tarde, ya en los amorosos brazos de su madre, se sumió en un sueño placentero con la discreta y pícara sonrisa que –ya todo un adulto- aun pinta su rostro cuando duerme. Y sintió hambre –sin saber que era hambre- y lloró fuerte; y sintió sueño –sin saber que era sueño- y durmió como lirón – sin saber que era un lirón…

Así hasta que un buen día pronunció su primera palabra: Mamá. A la que siguieron muchas otras, después su primera frase, hasta el día en que aprendió a preguntar y preguntó ¿Qué es eso? apuntando con su dedito… Un árbol… ¿De qué color es? Verde… ¿Por qué? Día tras día, una y otra vez como una pequeña pero potente aspiradora de conocimientos…

Y no faltó quien le enseñara a Juanito que eso era “bueno” y aquello “malo”, que había ricos y pobres, bonitos y feos, inteligentes e ignorantes, víctimas y victimarios, fuertes y débiles, fieles e infieles, de izquierdas y derechas, políticos y ciudadanos, honestos y ladrones, conscientes e inconscientes, egoístas y humildes, ateos y practicantes, laicos y religiosos, y poco a poco, perdió la inocencia aquella hasta terminar describiéndose a sí mismo en esos términos pensando, ahora sí, con verbos, sustantivos y adjetivos lo que otros antes habían acordado… dejando de sentir la vida, para pensar que la vivía…

Cogito ergo sum” locución latina traducida frecuentemente como “pienso, por lo tanto existo” es un planteamiento filosófico de René Descartes (1596–1650), encontrado en su famoso Discurso del método escrito en el año de 1637, el cual se convirtió en el elemento fundamental del racionalismo occidental.

Como consecuencia, por encima de cualquier otra consideración, en nuestro mundo prevalece la razón que ha depositado los sentimientos en el fondo de nuestra caja de herramientas y colocado al mundo en el estado en que se encuentra. Así, para recuperar los equilibrios perdidos y aquella inocencia pura alejada de verbos y sustantivos… necesitamos como contrapeso otro planteamiento, “Siento, por lo tanto vivo”

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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domingo, 14 de noviembre de 2010

Cártel

Cártel” de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española significa “Organización ilícita vinculada al tráfico de drogas o de armas” no obstante hoy asociaré ese término a organizaciones criminales aún más peligrosas que las dedicadas al tráfico de drogas o armas, por el gravísimo daño que causan al país.

Me refiero a la delincuencia de cuello blanco organizada, que explota un fenómeno social que es mal endémico de México: la corrupción de cuyo origen he comentado en diversas ocasiones. Ahora explico el “modus operandi” y la estructura de los cárteles de la corrupción.

Aplicando el principio de Pareto a las utilidades de la corrupción, se puede afirmar que el 80% de los corruptos obtiene únicamente el 20% del botín y el restante 20%, organizados en cárteles, se llevan a sus bolsillos la mayor parte: el 80%. Dicho de otra manera, casi la totalidad del daño causado por la corrupción resulta de la actividad de los cárteles que operan en el segmento de los grandes negocios que reditúan ganancias multimillonarias… en dólares naturalmente.

Los “puestos” que no pueden faltar en la estructura de un cártel son él “jefe”, el “operador” y los “esclavos”. El jefe mantiene un perfil muy bajo y generalmente no trabaja para la empresa víctima. Él es quien detecta la oportunidad de “hacer negocio”, lo diseña, lo financia y lo promueve realizando el cabildeo de alto nivel para preparar el terreno y si es necesario negocia con otros cárteles.

El operador en cambio, trabaja en la empresa bajo ataque; ocupa un puesto de alto nivel jerárquico con funciones ambiguas que le permiten amplia flexibilidad para intervenir en todo tipo de asuntos. Inteligente, simpático y con facilidad de palabra, todos conocen su poder por la cercanía y relación con la más alta autoridad de la empresa. Su rol dentro del cártel es apoyar y asesorar al jefe en la detección de oportunidades; reclutar, posicionar, coordinar y controlar a los esclavos. ¡Ah! Y no menos importante quitar las piedritas del camino.

Los esclavos por su parte son responsables de procesos o actividades clave para el éxito del ilícito. Ingresan al cártel, los menos por avaricia, la mayoría bajo coerción por temor a perder el empleo, chantaje; o simplemente por ingenuidad, desconocimiento de las leyes o incapacidad para decir “no” al jefe. En síntesis son esclavos de la avaricia, el temor o la ignorancia que “copelan… o cuello”.

En cuanto al riesgo se refiere, el 99 por ciento es de los esclavos. Ellos son los que firman, autorizan y ordenan los actos irregulares; el operador siempre está cerca pero solo en situaciones extremas se compromete firmando algo. Él ordena y coordina por teléfono u otros medios. El Jefe por su parte no asume riesgos, normalmente no es funcionario público y las escasísimas huellas de su actuar difícilmente pueden ser comprobadas o utilizadas en juicio. Si acaso, lo que pierden es dinero.

Lo contrario ocurre con el reparto del botín. Los esclavos no obtienen nada salvo los avariciosos que ingresan al cártel voluntariamente. La mayor parte del botín se lo lleva el jefe quien reparte las “comisiones” casi siempre en especie a través de fideicomisos controladores de fondos de inversión e inmobiliarias que compran, venden o rentan yates, autos, casas, departamentos en Miami, Santa Fé, Polanco… que los ponen a disposición de los integrantes del Cártel quienes legalmente no poseen nada pero viven ¡A todo lujo!

Los socios del primer círculo parecieran que no tienen vínculos sin embargo siempre existen circunstancias comunes en su pasado. Son de la misma región o ciudad, caminaron juntos en los pasillos de la universidad, tuvieron los mismos jefes o maestros, laboraron como empleados de empresas con relaciones de negocios.

Los recientes casos de CFE, el IMSS y otros que conozco son un buen ejemplo de ello.

Con mis mejores deseos, para su información y efectos…

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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domingo, 7 de noviembre de 2010

Carta de la Tierra a los seres humanos

Dice uno de ustedes, muy inteligente por cierto, llamado Carl Sagan que su especie recién puebla mi superficie. Según él, si comparáramos la historia del universo con un año de su existencia, se podría establecer que la aparición y desarrollo del género Homo corresponde sólo a la última hora y media del 31 de diciembre y que, un hecho tan ancestral como les parece la invención de la escritura, se habría producido en realidad en los últimos 9 segundos del fin de año. Dicho en otras palabras: que su existencia y logros ha ocurrido en muchísimo menos tiempo de lo que lleva un parpadear de los ojos del universo.

Suponiendo sin conceder que Carl esté en lo cierto, los cuatro o cinco eones que piensan que tengo de vida –favor que me hacen pues en realidad tengo algunos más- habrían alcanzado para el desarrollo de 379 mil 166 especies similares a la suya.

La cifra anterior es obviamente una exageración, no han sido tantas. De hecho el número correcto de especies que me han poblado según mis registros es tan solo 23,457; eso sí, de todos los tipos, colores y sabores. De chile, de tomate y de cebolla como dicen en México uno de los muchos países en los que han dividido artificialmente mi superficie donde viven especies, unas muy parecidas; otras tan distintas como el cielo de la tierra que aun coexistiendo no se reconocen entre sí como “inteligentes”.

Se preguntarán y esto ¿Cómo es que se ha dado? El proceso es más o menos así: Viene el patrón con un nuevo modelito de especie supuestamente mejor que el anterior, lo siembra, me deja las instrucciones y regresa a su laboratorio. Mi trabajo consiste entonces en cuidarlo con amor, comedimiento, hasta que él regrese a revisar los resultados que en muchas ocasiones son francamente un desastre. Como en este caso donde al dueño del circo, ¡le crecieron los enanos!

Y es que no bien ustedes se sintieron fuertes y pudieron –según ustedes- valerse por sí mismos empezaron a preguntarse ¿Qué si de dónde vengo, a dónde voy? ¿Qué por qué suceden las cosas de tal o cual forma? Caray… el nuevo modelito (ustedes) salió muy, pero muy curioso y de los que no quieren quedarse con la duda. Tienen hambre de conocimientos.

Nada les basta. Pero como no pueden encontrar la “verdadera” verdad pues por diseño les está negado; viven temerosos e inventando de todo: dioses, religiones, teorías, leyes de todo tipo, paradigmas, lo bueno y lo malo, verdades, países, mitos, héroes, historias y preocupaciones entre tantas cosas más; se pelean unos contra otros por quítame estas pajas, surgen “listos” que explotan a los que se dejan, explotados que hacen como que se dejan, y otros que verdaderamente lo son… Y para acabarla de amolar se reproducen desaforadamente -¿Será que eso les produce el miedo?- ah ¡y por supuesto! consumen abundantemente los recursos que amorosamente les prodigo.

El hecho es que su calidad de vida se ha deteriorado dramáticamente como muestra de su fracaso. Tan es así que en los últimos años los agoreros del desastre como les dicen, han advertido: “Si no le paran, van a acabar con el planeta.” Léase conmigo.

Pero en verdad os digo que a mí no me pasará nada; si acaso con una lavadita de cara continuaré navegando en este maravilloso universo por muchos eones más sin preocuparme de nada, salvo sentir y disfrutar la vida que con toda humildad agradezco me haya sido concedida, sin hacerme tantas preguntas ni inventando tonterías como ustedes hacen.

Respecto a su futuro no hay vuelta de hoja, o aceptan con humildad que se han equivocado y mejoran su desempeño o quizá, como en tantos otros casos que me ha tocado ver, el patrón decida abandonarlos a su suerte y sembrar una nueva semilla.

A la espera de su respuesta,

La Tierra.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 30 de octubre de 2010

La Parca y el Rey

Acostumbrada al miedo de aquellos a quienes tocaba la puerta, no era dada a brindar consuelo y menos a perder el tiempo pues su lista siempre era extensa.

Pero en esta ocasión fue diferente, lo percibió al primer instante. El sujeto no le tenía miedo, tenía una inmensa tristeza…

¡Vamos! ¡Vamos! Anímate, ¡hombre! No pongas esa cara… Mira que todos tienen que pasar por este último trance… ¡Te aseguro que después pensarás que no valió la pena el traguito amargo por el que ahora pasas! Si te portaste mal en esta vida, no pasará de un ratito en el infierno y ahí, por bien portado te reducen la condena; te dan libertad condicional en el purgatorio y al cabo de unos cuantos años, estarás tocando las mismísimas puertas del paraíso. ¡Vamos, vamos…! No pongas esa cara… ya verás que todo estará bien…

El hombre intentó esbozar una suerte de sonrisa pero el efecto fue patético. Tal era su tristeza que su último vestigio de fortaleza se desvaneció en un mar de llanto ante las palabras de consuelo de aquella dama, impecablemente vestida de negro, cuyo rostro se perdía en las profundidades de la capucha que le servía de marco…

No tengo miedo a morir -entre sollozos le dijo- ni al sufrimiento. Que ha poco, en un solo instante, al tomar conciencia de mi pecado he sufrido más que lo que cien infiernos y mil purgatorios me pudieran causar. Para mí, tu encargo es el principio del final de mi castigo y por eso no quiero acompañarte. No merezco tal piedad.

El peor castigo para mis culpas –continuó diciendo- será permanecer aquí y eso deseo ahora que sé el mal que causé a muchos miles de inocentes que ya te han acompañado.

Mi soberbia, esa que todos veían menos yo, esa que ciega a quien la padece, no tuvo límites. Nunca escuché a nadie, solo en los escasos momentos de desesperación, preguntaba ¿Por qué no entienden que lo que ordeno y hago es por su bien?

Me hice líder a toda costa pues me sentía elegido para salvar a mi pueblo. Nada me importó con tal de obtener y conservar el poder… En mi soberbia disfrazada de la búsqueda del bien común, emprendí una lucha contra un enemigo imposible vencer.

¿Cómo vencer a aquellos que crecieron como yo de la semilla de la ignorancia? Abonada en mi caso por la soberbia y en ellos, por el resentimiento?

Y así –continuó entre sollozos- la cruenta mortandad, solo vista en guerras que ya eran historia vieja, regresó a mí tierra causando indescriptible dolor y sufrimiento. Miles de muertos causé por mi ceguera y obstinación. Y vestí una coraza que no dejó llegar los lamentos a mis oídos, ni ver la sangre derramada. Mi respuesta a todo eso fue siempre la misma. No cejaremos.

Impresionada la Dama de negro, reflexionó por unos instantes y tomando su lista tachó el nombre de nuestro triste personaje anotando al margen:

“Construyó su propio infierno, justo acaba de entrar en él y ahí se queda.”

La parca, presurosa como siempre,
Entró a palacio para al rey llevarse al panteón,
Pensó que este, como tantos otros mortales,
Muerto de miedo estaría nomás de intuir su presencia…
Pero cuál sería su sorpresa cuando en lugar de la corte…
Encontró un infierno hecho y derecho a la medida del rey.
Ante eso ni tarda, ni perezosa la parca buscó en su lista,
Los pecados del mentado y al ver cuán grandes eran,
Sin dudar un solo instante, dijo…
Que se quede a pagar aquí sus culpas…
¡No hay lugar en el panteón para él!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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domingo, 24 de octubre de 2010

La Verdad

Tanto platican de ella que la he imaginado de mil formas…

Cuando presiento su presencia al buscarla… ¡puff! desaparece dejando tras de sí sólo el sutil perfume de su recuerdo que me dice, quedo, muy quedito “Sí, sí, estuvo aquí” y yo digo quizá…

¿Será que realmente exista? Todos presumen de conocerla pero nunca alguien me la ha podido presentar. ¿La conoces? pregunto. “Sí” responde de inmediato, ¿Me la presentas? Y es en ese momento cuando surgen mil pretextos. Que si ahora no está, pero al rato regresa. Qué si es muy tímida y prefiere la soledad. Qué si la fueron a buscar y no la encuentran. Que ya viene, qué la espere un momentito y al hacerlo veo al anciano que me precede, joven hace años cuando sentó en la sala de espera…

Lo que sí es que todos juran que por ella darían la vida.

Afirman qué tal es el amor que infunde que jamás renunciarán a sus favores como si fuera suya desde siempre. Aunque, jamás, nadie les haya visto caminar del brazo…Y así surgen los duelos por su honra donde el vencedor solo, herido, agotado, emprende el camino a su castillo donde según él, le espera…

¿Será realmente que exista? ¿Habré imaginado el olor de su perfume que, de escaso, apenas guardo memoria? ¿Seré acaso el único infortunado que no ha atinado a verla, así fuera de lejos? ¿Llegará a tanto mi ceguera?
De serlo, grande sería mi pena por perderme tal portento. Pero de encontrarla, también grande sería mi miedo. Pues los maledicentes afirman que primero, embruja y roba el alma de quien la admira y después le incita a jugar la vida defendiendo su honra en el campo del honor.

Muchos señores han de tener a la Dama cuando tantos pregonan gozar de sus favores. Pero… ¿Será la misma? Todos usan el mismo nombre pero la describen de modo diferente.

“La Verdad” es su nombre.

Así, líderes fundamentalistas conducen a muchos a defender su verdad hasta la muerte, convencidos de poseerla. Y muchos, millones en el mundo sufren por ellos y por su inútil pretensión de convencer o aniquilar a los impíos, a esos malísimos arquetipos… del mal.

Y me pregunto ¿Para beneficio de quién? ¿De los líderes fundamentalistas? No, ellos mueren. ¿De sus seguidores? Tampoco, ellos también mueren. Los bandos en pugna jamás se benefician aun cuando alguno se declare vencedor. Pues el sedicente triunfador siempre regresará, solo, herido, agotado, a su castillo no al gozo de su verdad, si no a la espera del siguiente desafío donde arriesgará la vida para defenderla.

En una lucha perene e inútil. Porque la verdad, esa que dicen tantos poseer, existe sólo en el imaginario colectivo de la inseguridad que necesita de aferrarse a una roca firme que sólo podría encontrar dentro de sí.

Nunca afuera donde la falsa verdad ha sido construida siempre para beneficio de alguien más.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
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sábado, 16 de octubre de 2010

Los 33 y Pasta de Conchos

“La verdad no veo cómo es que ahora las cosas si van a cambiar... a ver dime, ¿Por qué tendría que ser diferente? ¿Qué tiene este que no tengan los otros? ¿Recuerdas a Rogelio? Aquel que por andar de enamorado y seguir a una muchacha me dejó a media calle y por poco me atropella un coche… ¿Y el tal Juan? que no daba una para encontrar una dirección y que me traía a la vuelta y vuelta desgastando mi bastón hasta que me entero que no sabía leer el muy bruto…

No, no, la verdad no “veo” como pueda confiar en esa runfla de pelafustanes que malamente se hacen llamar lazarillos… ¡Yo ciego y ellos unos pillos buenos para nada!

Me llevan por donde se les pega la gana, después de pasar charcos e inmundicias mis zapatos apestan a todo lo que puedas imaginar; me arrastran en medio de multitudes y acabo todo lleno de moretones. Mira que no veo pero ¡Sí siento!

Se aprovechan de mi ceguera para robar mi dinero… ¡Se llevan todo lo que pueden! Y cuando reclamo me dicen que merecen todo eso y más. Porque yo sin ellos, sería un perfecto inútil que no podría llegar ni a la esquina…

En fin, no “veo” como pueda confiar en ellos…”


Esa era la sentida queja de un viejo ciego desconfiado de sus lazarillos quien no podía ser de otra manera. Pues como él mismo dice, “la burra no era arisca… los palos la hicieron”... tal como nosotros, ciegos de los malos lazarillos que a fuerza de palos han provocado que perdamos la credibilidad y la fe en las instituciones.

De ahí que el contraste entre el exitoso rescate de los 33 mineros chilenos y nuestra tragedia en la mina de Pasta de Conchos haya provocado fuertes críticas respecto de la actuación de las autoridades. Se hayan hecho las cosas bien o mal no importa. Como quiera “juan se llaman” porque la percepción es lo que cuenta.

Sin ser un experto en la materia me queda claro que la técnica chilena no hubiera podido aplicarse en la mina mexicana entre otras razones por la presencia del gas metano que al explotar fue la causa última de la catástrofe. Y digo la “última” porqué antes del accidente debieron presentarse graves fallas en las medidas de seguridad tal como con toda seguridad ocurrieron en la mina chilena. Dicen los expertos que “los accidentes no nacen… se hacen.

Lo que también resulta evidente es que el manejo de la crisis chilena fue impecable y que el éxito del rescate derivó de un liderazgo efectivo que permitió la coordinación, la comunicación y la colaboración de todos los que participaron. Lamentablemente no se puede decir lo mismo del caso de Pasta de Conchos que provocó en los ciegos, como yo, aún más desconfianza en los lazarillos. Sin embargo hay otro aspecto que no requiere explicación que me hizo notar una amiga lectora en la siguiente reflexión…

“Siento una gran alegría por el pueblo Chileno. Están borrachos de felicidad. Un final feliz en un mundo donde solo escuchamos catástrofes, donde los muertos son solo estadísticas. Un mundo donde hemos prohibido a la imaginación y al corazón ver más allá. Porque no queremos sufrimiento, ni saber quiénes eran, ni qué hacían, ni quiénes les amaron.

Sin embargo surge un milagro. Que nos saca del entumecimiento emocional y poco a poco nos contagia. Que hace importante la vida de esos 33 hombres y nos lleva a imaginar sus pesares, a conocer sus nombres, sus familias, sus amores. Y así el tan esperado rescate llega y rescata a muchos más de esos 33.” Nay Marrufo


Y es verdad, ese es el legado. Se rescata la vida de 33 mineros pero también el espíritu y la esperanza de millones en que las cosas buenas también ocurren.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
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sábado, 9 de octubre de 2010

Imagina

Nada que el Ser humano libre pueda imaginar está impedido.

Del autor de “
Imagina”, John Winston Lennon, (1940-1980) conocí su pensamiento a través de la pequeñísima ventana de la música y la letra de sus canciones que me han acompañado desde mi juventud.

En ocasión de la celebración el 9 de octubre pasado, de un aniversario más de su nacimiento, como un homenaje a su memoria, intercalé mi reflexión entre las estrofas de la canción más representativa del pensamiento del hombre que hoy es un mito.

“Imagina que no existe el paraíso / es fácil si lo intentas / sin el Infierno debajo nuestro / arriba nuestro, solo el cielo”

La imaginación es la más poderosa, pero también es la menos utilizada de las armas. Prisionera como está tras la puerta del “no se puede” Encerrada por la soberbia con los candados del temor y la ignorancia. Vigilada por carceleros que exigen obediencia ciega para disfrutar el paraíso que nunca llega so pena de sufrir por toda la eternidad en los infiernos.

“Imagina a toda la gente / viviendo el hoy...”

Y sigue ahí tras las rejas. Pues aún no hemos podido encontrar las llaves de esa libertad que lleva a vivir con pasión “el hoy” construyendo los anhelos que surgen del alma, pero que no encadenan.

“Imagina que no hay países / no es difícil de hacer / nadie por quien matar o morir / ni tampoco religión / imagina a toda la gente / viviendo la vida en paz...”

Anhelos de un mundo viviendo en paz, sin los muros y fronteras que separan lo inseparable, la tierra, en países que requieren de la ofrenda de muertos en guerras sin sentido.

“Puedes decir que soy un soñador / pero no soy el único / espero que algún día te unas a nosotros / y el mundo vivirá como uno”

Sueños de anhelos por construir. Sueños que ya no son de uno solo. Sueños que comparten los muchos que día tras día se suman a la causa de derruir las rejas de la celda donde la imaginación está prisionera.

“Imagina que no hay posesiones / quisiera saber si puedes / sin necesidad de gula o hambre / una hermandad de hombres / imagínate a toda la gente / compartiendo el mundo”

Porque entendemos que ese es el primer paso hacia un mundo unificado, sin gula o hambre, donde tiene plena vigencia la sentencia del poeta mexicano, Salvador Díaz Mirón […nadie tiene derecho a lo superfluo mientras haya quiénes carezcan de lo indispensable…]

Hacia un mundo donde la gente comparta con equidad lo que se tiene, porque no hay fronteras ni posesiones. Hacia un mundo donde las raíces del ego y sus apegos no tengan más cabida…

Un mundo ideal fue la propuesta de John Lennon pero también el más poderoso imán. Que solo la imaginación puede proveer para atraer la conciencia y conducir los pasos de los Seres libres por el sendero que conduce a la justicia, la equidad y la paz del mundo.

Mark Chapman, el 8 de diciembre de 1980, terminó con su vida, pero jamás con su legado:

“Todo lo que pedimos, es dar una oportunidad a la Paz”, John Lennon

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
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sábado, 2 de octubre de 2010

Melo

El Amor para los seres humanos no lo es sin él sazón del sufrimiento...

Pues en la receta de la creación se incluyó como ingrediente el drama permanente del dilema. Así, congruentes con su naturaleza los opuestos les definen: Sentimientos de temor y amor, conciencia e ignorancia, humildad y soberbia, generosidad y avaricia, todos a un tiempo, en el mismo crisol, dan como resultado la maravillosa diversidad de su existencia.

Pero los equilibrios se han roto y hoy nuestro México sufre las consecuencias de la exacerbada prelación que hemos dado a la ignorancia, el temor, la avaricia y la soberbia sobre la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad. Y los efectos están ahí, salvo para aquellos que prefieren encerrase en su esfera de cristal y no ver.

No ver que el narcotráfico, la inseguridad, la corrupción, la polarización, el abstencionismo y la pobreza entre otro muchos males, no son problemas independientes como nos lo han querido hacer ver. Se entrelazan formando un todo que tiene como raíces a la inequidad y a la injusticia. Cimientos que hay que derruir asumiendo a México como responsabilidad de todos, no únicamente del gobierno en turno.

Mucho se ha dicho que no basta con señalar, que hay que dar soluciones. Y es correcto. Solo que la solución no cabe esperarla de alguien más. La solución está en todos, porque México es responsabilidad de todos. Reconociendo, aunque duela, la realidad nacional porque solo así podremos transformarla haciendo lo correcto. Cada uno en la medida de sus posibilidades. Cada quien con el instrumento que le toca interpretar.

Porque nuestra vida es la música donde nota tras nota se suceden los hechos de nuestra existencia y del México nuestro. Unas sonarán bien, otras desafinarán, pero una vez expresadas quedarán. Nadie las podrá borrar de la memoria del que escucha atento.

Así que cuando de elegir la siguiente nota se trate, tenga presente que la conciencia, el amor, la generosidad y la humildad no le son ajenas; que siempre han estado en Usted.

Y para los momentos aciagos recuerde qué el tiempo de una nación no se mide en hojas calendario. Que lo de hoy, no es México, México es mejor y es más grande, porqué los hechos están ahí, aunque muchos pretendan ignorarlo.

Nada es imposible, el cielo o el infierno lo construimos nosotros.

El título de esta columna no tiene nada que ver con el contenido. Constituye un humilde homenaje a Baldomero Jiménez López, “Melo”, para quien el fundamento de la lealtad y la amistad incondicional fue el respeto. Ave de tempestades, Melo encontró en su querida Mariana amor, paz y sosiego. No le extrañaremos pues seguirá en nuestro corazón. A Melo, mil gracias por su afecto, ¡Mil gracias por todo!, Descanse en Paz. Cariñosamente Sura, Pingo y Guille.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 25 de septiembre de 2010

¿Por qué nos los quitan?

El tema de hoy comienza cuando Lisa Simpson, hija de Homero, en vísperas del bicentenario de su ciudad, recibió el encargo de presentar un trabajo sobre la vida de su heroico fundador: Jebediah Sprinfield. Aplicada a la tarea, Lisa descubre un terrible secreto celosamente guardado: el verdadero nombre de Jebediah había sido Hans Sprungfeld que de héroe ¡no tenía nada! Había sido un pirata malvado.

Decidida la jovencita Simpson a revelar la verdad el día del desfile del bicentenario, justo antes de hacerlo se da cuenta de lo mucho que significa la memoria de “Jebediah” para el pueblo y enfrenta la disyuntiva de desenmascararlo y destruir la identidad de la comunidad, o preservar el secreto. Lisa optó por lo segundo.

Viene a colación lo anterior por el comentario que un queridísimo lector, Don Lauro, hizo muy sentidamente un minuto antes de la celebración del Grito de Independencia… “Crecí con el Pípila, ¿Por qué nos lo quitan ahora?”

Me pregunté, ¿Será qué un personaje de caricatura, Lisa Simpson, tiene una mayor visión de lo que significa la identidad y el sentido de pertenencia de un pueblo? Pensé en ese momento como respuesta un “Tal vez…” que más tarde se convirtió en un rotundo “Sí” cuando leí el siguiente comentario a propósito del artículo “Por mi Raza Hablará el Espíritu

“… me dejo pensando ¿Es que a las nuevas generaciones nos hace falta ese sentido de pertenencia? Creo que sí, y me incluyo, ya que a pesar de amar a México y sentirme orgullosamente mexicana. Reconozco que tanto yo, como la mayoría de las personas que conozco de mi edad y las más jóvenes, desconocemos ese sentimiento de pertenencia a un grupo, no solo universitario sino social.

Acudimos a la universidad para hacer una carrera… pero no participamos activamente en movimientos sociales. Nunca nos reunimos a discutir sobre lo que nos gustaba o no de la situación, política, social, económica o cultural. No diré que no tocábamos los temas, ¡Claro que sí! Pero, al parecer en esos momentos, eran más importantes otras cosas: la próxima reunión, la fiesta, el viaje, la novia, etcétera.

Sé que ustedes también lo hacían. Pero al sentir que pertenecían a la UNIVERSIDAD, también lucharon por mantenerla, mejorarla y cambiar lo incorrecto tanto en ella como en el país. Hay que reconocer que gracias a sus generaciones, hoy también tenemos muchas libertades. Los cambios que lograron sabemos que están ahí, pero no los apreciamos.

Finalmente recuerdo que en la universidad tuve maestros ya mayores (viejitos) egresados de la UNAM. Excelentes profesores y profesionistas, pero en ese entonces NO VALORAMOS su experiencia, sus ganas de enseñar y transmitir. Terminada la Universidad me di cuenta y me hubiera gustado agradecerles por su tiempo y su paciencia. ¡GRACIAS, MUCHAS GRACIAS!”
Karina Solís Chávez, Arquitecta

Pero no concluye ahí el tema, poco después recibí otro correo, ahora de Argentina, que dice así:

“…Creo que gracias al mensaje y a las enseñanzas del «Maestro de América» muchos han sabido valorar la importancia de vivir en pluralidad y han sabido hacer de México un país que merece ser vivido y que merece la lucha cotidiana por hacerlo cada vez más grande.

Justo Sierra le dio a los mexicanos y a Latinoamérica el ejemplo de lucha contra la dictadura ilustrada. Una de sus frases deja en claro su pensamiento: «México es un pueblo con hambre y sed. El hambre y la sed que tiene, no es de pan; México tiene hambre y sed de justicia»

Cada uno de los habitantes de mi México lindo y querido deben honrarlo y seguir con el camino que empezó, tengan o no pertenencia a la UNAM, porque la pertenencia más grande que tienen es hacia su país y como ejemplos de este grande de Campeche, tienen a montones.

Gente que ha dado todo por hacer de su México un país justo y de cara al futuro. Es tarea de cada uno de ustedes hacer que el camino siga su rumbo.”
Daniel Enrique Ferrero. General Rodríguez. Provincia de Buenos Aires Argentina.

Poco puedo agregar a lo antes expuesto, salvo una breve síntesis: El pueblo de México tiene que recuperar su identidad y el sentido de pertenencia señalado por Karina. Que no se deben extirpar sus fundamentos, como bien comprendió “Lisa Simpson”. Que el justificado y sentido reclamo de Don Lauro es de muchos y finalmente, que tenemos mucho que honrar como lo dice nuestro amigo argentino Daniel Enrique, quien conoce bien nuestra historia. ¡Más que muchos de nosotros!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 18 de septiembre de 2010

POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU

Dicen que la curiosidad mató al gato.

En mi caso, no por ser gato pero si «perro» en época de las novatadas universitarias, la curiosidad me condujo encapuchado con la cabellera trasquilada y el orgullo herido, directo a una peluquería en la Plaza de San Jacinto en la Delegación Álvaro Obregón... ¿Cómo se lo arreglo? Dijo el fígaro con una sonrisa burlona… ¿A rape?

-¡Párenle, párenle que no somos de ingeniería!, estudiamos física en ciencias y allá no rapan… -¿Física? ¡Aquí también se enseña física! Contestaron los méndigos con las tijeras en mano y bueno, el resto de la historia, perdón del pelo, terminó en el piso de la peluquería.

Eso fue a principios de 1970, 60 años después de que Justo Sierra pronunciara su discurso en la inauguración de la Universidad Nacional de México. 25 años después de que le fue otorgada la autonomía, 20 años después de colocada la primera piedra de la actual Ciudad Universitaria, dos años después del movimiento del ’68 y a escasos seis meses del jueves 10 de junio.

Mis comienzos en la universidad fueron la época de los comités de huelga, de las interminables asambleas, de los encendidos discursos, del dolor y del resentimiento por los muertos, de las historias de horror, de las aclamaciones y los abucheos, de los desaparecidos, de los presos, de las pintas, del volanteo. Que muchos provincianos al principio poco entendíamos salvo que lo que ahí se gestaba era grande, algo que trascendería a todos nosotros. Y llegó el infausto 10 de junio, el jueves de corpus, el de los halcones, su violencia y nuestros muertos… y el tiempo empezó a transcurrir despacio, y la frustración a convertirse en silencio, en anécdota y hoy en olvido.

Pero no para todos. Pues hay muchos, muchísimos afirmo, que no han olvidado los logros de su historia. Ni tampoco el propósito que Justo Sierra expresó en su discurso inaugural:

"(…) nosotros decimos a los universitarios de hoy, la verdad se va definiendo, buscadla, enfatizando que (…) tenéis encomendada la realización de un ideal político y social que se resume así: democracia y libertad."

Así, soy un universitario orgullosamente egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Agradecido porque, plural como es, por ella conocí la diversidad que nos distingue como país. Porqué en sus aulas aprendí que la educación es oportunidad de grandeza. Porqué ahí recibí las bases para contribuir a un México mejor. Porqué cuando pude comprender que “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU” entendí el real significado de expresar:

¡Viva México!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 11 de septiembre de 2010

Orgullo

“Tan pronto escuchó el canto del jilguero anunciando el arribo de su anciano maestro, calzó las sandalias, vistió el humilde ayate y encaminó sus pasos a la entrada de la cueva para partir en silencio rumbo a la terraza ocupada por los sumos sacerdotes que tenían la misión de preservar la nación…

Ya reunidos, el sonido de los caracoles inundó el espacio hasta los confines de aquella maravillosa tierra al mismo tiempo que pronunciaban el mantra sagrado de su fe… Meshico, Meshico…”


Recordaban ese día a quien enamorado de esta maravillosa tierra, mirando lejos, decidió fincar raíces y hacer de ella el hogar de sus hijos y de los hijos de sus hijos…

Compartiendo sueños, otros llegaron detrás para dejar su huella en todos los confines. Para trascender, desarrollar cultura, ciencia y raigambre. Para lograr Meshico, hacer Patria, nuestra Patria…

Así con el devenir de los siglos, el caracol resonó en Teotihuacán, la ciudad donde los hombres se transforman en dioses. Y el águila devoró a la serpiente en el lugar donde se fundó Tenochtitlán. Y los quetzales cursaron los cielos de Chichén Itzá, Palenque, Uxmal y Tulum. Y los nichos de la pirámide del Tajín contaron el tiempo…

Hasta el principio de los tiempos aciagos, cuando un asombrado Bernal Díaz del Castillo escribió… “Al ver tantas ciudades y pueblos construidos en el agua, y otras poblaciones en tierra firme, nos quedamos admirados. Hubo quienes pensaron que se trataba de un hechizo, como los que se narran en el libro de Amadís, pues había grandes torres, templos y pirámides erigidos en el agua. Otros se preguntaban si todo eso no sería un sueño”.

Pero no lo era. Fue simplemente lo que Hernán Cortes expresó de la mejor manera en una de sus Cartas de Relación “¿Qué más grandeza puede ser que un señor bárbaro como éste tuviese contrahechas de oro y plata y piedras y plumas, todas las cosas que debajo del cielo hay en su señorío?...

Y su miedo pudo destruir en pocos años las formas de aquello que no pudieron comprender. Pero no fueron capaces de enterrar su espíritu en trescientos años de dominación. Mucho menos ocultar la grandeza que cobró, al cabo de miles de años, el sueño de aquel hombre decidido a fincar raíces y hacer de México el hogar de sus hijos y de los hijos de sus hijos…

México es grande porqué los hechos están ahí, aunque muchos lo han olvidado o quieran ignorarlo. Porque el tiempo de una nación no se mide en hojas calendario. Ni su grandeza pierde méritos por aquellos que no han entendido que esto que vemos, no es México, México es mejor…

Eso es justo lo que voy a celebrar el día 15 de septiembre. Voy a celebrar el orgullo que siento de pertenecer a esta tierra maravillosa. Tierra que no fue, que es tierra de grandes logros de grandes hombres. Voy a honrar la fe, la voluntad, el sacrificio y la humildad de un pueblo generoso y solidario. Voy a honrar a nuestros símbolos porque sintetizan nuestro sino.

Y no voy a permitir que sometan mi espíritu al desánimo. Ni a permitir que pese más lo que estamos viviendo que toda nuestra historia. Historia que no empezó hace doscientos, ni quinientos años. Empezó hace miles.

Y sí, voy a gritar con la emoción hinchando el alma,

¡Viva México! ¡Viva México!

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 4 de septiembre de 2010

4a Propuesta: Olla de Presión

En el primer artículo de esta serie, “Conclusiones”, afirmé que para hacer quebrar a una empresa o a un país, basta con seguir una receta que incluye como ingrediente principal a la corrupción. Tema del comentario y la propuesta de hoy.

Para empezar, imagine que está en un vagón del metro a la hora pico, cansado y ansioso por llegar a su casa. En el primer tramo soporta estoicamente el apretujamiento porque mantiene la esperanza de salir al andén en cuanto llegue a la estación de su destino. Sin embargo al llegar a esta, los pasajeros que entran desordenadamente le impiden salir y esto mismo ocurre en otra y en otra estación… ¿Mantendría la calma?

No, Usted que siempre ha sido una persona respetuosa y de buenas maneras, seguramente perdería la calma. Le pregunto: ¿Por qué quienes se colocaron junto a la puerta pudieron salir y usted no? La respuesta es obvia: la mayoría porque lo hicieron a punta de codazos, empujones, sin respeto alguno por el resto de los pasajeros. Exactamente lo mismo que Usted tendría que hacer antes de llegar a la próxima estación si quiere llegar pronto a casa. Eso sí, ya en el andén regresaría a su conducta habitual de gente con valores, respetuosa y de buenas maneras.

Si fuera el caso de algún pasajero desesperado la solución sería sencilla pero no es así. Son muchos los pasajeros los que asumen esa conducta que no puede resolverse enseñando valores, buenas costumbres y respeto por los demás. Conducta que tampoco se puede solucionar separando a hombres de mujeres, ni con policías y garrotes. El problema es generalizado y requiere otro tipo de soluciones que atiendan la causa raíz como incrementar el número de vagones, abrir nuevas rutas, etcétera.

La corrupción es una conducta que se ha analizado siempre desde el punto de vista de la persona avariciosa, de las oportunidades que se le presentan para corromperse y de la impunidad que percibe. Y por medicina se ha prescrito el Control Basado en la Desconfianza (CBD) que como hemos visto en artículos anteriores tiene consecuencias nefastas para cualquier organización o país como es el caso de México.

Sin embargo la afirmación popular, «La corrupción somos todos», le concede a esta calamidad rango de fenómeno social con un alcance mucho mayor que satisfacer la avaricia de unos cuantos. Su propósito, afirmo, ha sido servir de válvula de alivio al resentimiento de la sociedad. De tal forma que cuando la válvula se activa libera el exceso de presión dentro de la olla para evitar la explosión que se produciría si llegara a fallar. Y esto, al margen del discurso, ha sido permitido por quienes han detentado el poder.

La corrupción es en síntesis, el camino de los codazos y empujones, sin respeto por la Ley, de aquellos que se preguntan ¿Por qué ellos sí pueden llegar al andén y yo no? De aquellos que asumen como norma de conducta la frase “El que no tranza, no avanza”. Y el sistema lo permite para mantener en muchos la esperanza de salir del vagón e impedir así que explote la olla de presión donde se cocinan inequidad, injusticia, carencia de oportunidades de desarrollo, impunidad y falta de reconocimiento a las competencias y al comportamiento ético del ciudadano, entre otros muchos ingredientes.

La propuesta es muy sencilla: Sustituir los ingredientes por equidad, justicia, oportunidades de desarrollo, castigo ejemplar a los corruptos, evaluación del desempeño con base en resultados, premio a la competencia y al comportamiento ético, y sobre todo integridad y un comportamiento ejemplar del liderazgo. Si, ya lo sé, no me digan… ¡Sueños guajiros!

Sin embargo nada es imposible, el cielo o el infierno lo construimos nosotros. El tema de las propuestas aún no se agota, continuarán en la siguiente columna.

Si desean mayor información pueden consultar los siguientes artículos: El Petate del Muerto, marzo de 2007; ¿Corrupto Yo?, mayo de 2005; Legisladores, ¿Corruptos o delincuentes?, marzo de 2010.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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sábado, 28 de agosto de 2010

3a Propuesta: Golpe de Ariete

En el artículo anterior omití comentar que el exceso de gasto por el Control Basado en la Desconfianza, más la falta de productividad, más la parálisis por el miedo a tomar decisiones, más la corrupción es igual a un país perdedor. También que no hay soluciones milagrosas. Llevar a cabo la propuesta requiere de todo un proceso de transformación cultural que llevará su tiempo.

Hace unos días, Xóchitl Gálvez escribió en Twitter «Estoy conmocionada por la muerte de 72 migrantes en Tamaulipas, ¿cómo llegamos a esto? Pero sobre todo ¿cómo salimos?»

Dejemos volar la imaginación. Usted tiene un vecino autoritario con una prole de chamacos irresponsables que, de todos, no se hace uno al que pueda heredar. Se dedican a la vida cómoda y entre otras cosas, les encanta drogarse a espaldas de su papá. Él lo prohibió pues sabe que entre más adictos se vuelvan, menos probabilidades tendrá de sostener sus negocios. Lo mismo conocen sus muchos enemigos que están felices de ver y contribuir a la desgracia del ricachón pegándole donde más le duele: Sus hijos.

Algunos familiares de Ud. aprovecharon la situación para hacerse de un dinerito extra. Por el lindero de las propiedades pasaban muy fácilmente la droga. Durante muchos años se hizo de la vista gorda pues del dinerito algo le tocaba sin embargo, llegó el momento que su vecino se hartó y puso un ultimátum: « ¡O le paras a tú “negocito” o te la ves conmigo! » Unió las palabras a la acción y construyó una barda en el lindero.

Lamentablemente el “negocito” no era precisamente suyo, si no de sus parientes, quienes acostumbrados al dinero fácil antes que detenerse se rebelaron contra su autoridad. Unos apoyados por los enemigos del vecino, otros por los propios hijos del vecino, algunos por cuenta propia pero todos, rebeldes al fin.

El resto de la historia es conocida, usted intentó acabar por la fuerza a los rebeldes que redujeron sus ganancias. Para compensar las pérdidas ahora venden la droga en su propia casa y emprendieron otros “negocios”. Dadas las circunstancias intentaron ponerse de acuerdo para repartirse el mercado, se hicieron de palabras, de ahí pasaron a los golpes, de los golpes a los muertos y así hasta cometer las peores atrocidades.

Cuando se cierra una compuerta de golpe se produce un “golpe de ariete”, en el sentido opuesto al flujo, que revienta la tubería. Para evitarlo los ingenieros instalan válvulas de seguridad. México no tenía esas válvulas. Y antes que pensar como tapar las fugas de manera controlada, la emprendió a hachazos contra la tubería. Así llegamos a esto. Y en medio de la trifulca todos nosotros.

Ahora bien ¿Cómo saldrá Ud. de este embrollo?

Primero debe comprender que la motivación de sus familiares rebeldes no solo es el dinero. También tiene que ver con supervivencia y resentimiento. Después que la situación no la resolverá en unos cuantos días, ni solo con la fuerza. Antes tiene que resolver muchos otros problemas que parecen no tener nada que ver con el asunto pero que sumados, son el caldo de cultivo perfecto para la rebeldía.

Igualmente tendría que considerar dejar la actitud de víctima del vecino. El pretexto de que Ud. tiene problemas porque él no controla a los drogadictos de sus hijos, ni a los otros ejemplares que viven por allá, ya no es válido. Los problemas ya están su casa. Cuando provocaron el golpe de ariete, reventó la tubería, no supo cómo controlar las fugas, ni canalizar el agua así que se inundó, ese es el hecho.

Sobre el tema encontrarán en este blog los artículos “Un arma silenciosa” (Octubre de 2007), “Narcotráfico: De que lloren en mi casa” (Febrero de 2010) “Narcotráfico: Cambio de estrategia” (Abril de 2010). Una lectura indispensable es la «Escalofriante entrevista con "Marcola", líder carcelario brasileño» por Ozorio Fonseca (Enero de 2007)

Nada es imposible, el cielo o el infierno lo construimos nosotros. El tema aún no se agota, continuarán las propuestas en la siguiente columna.

Con mis mejores deseos,

Enrique Chávez Maranto
enrique.chm@gmail.com
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